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Primeras impresiones de VERANO 2024

Hay una especie de maldición en verano. Se supone que es el momento del año en el que más tiempo voy a tener, incluso trabajando. Pero aún así, me las apaño para no sentarme a escribir hasta mitad de temporada.

El año pasado fue un viaje a Japón, y este han sido... ¿las chorrocientas horas que le he metido a Baldur's Gate 3? Puede ser. En fin, vamos con los cinco anime, que si no, no nos vemos hasta otoño.


Make Heroine ga Oosugiru

Nos lo quitamos de encima. Estreno de la temporada. ¿Quién iba a decir que la presentación importa? Makeine podría haber sido cualquier otra comedia romántica mala de temporada, pero la contundencia productiva de A-1 Pictures es más que suficiente para que ese "1 episode behind" azul de AniList te pinte una sonrisa en la cara ante la perspectiva de levantarte al día siguiente y disfrutar del capítulo en lo que un buen tanque de café te despierta.

Hay mucho gusto detrás de cada aspecto de esta serie. Los diseños de Muru Imigi llevaban mucho tiempo brillando, pero necesitaban a un Tetsuya Kawakami desatado y un buen trabajo de dirección de animación para que las expresiones faciales de Anna Yanami reventasen las redes sociales. Toda su idea de dirección artística orbita el punto exacto que me gusta ver trabajar al anime. Fondos trabajados para espacios que se repiten y trazan líneas entre las diferentes tramas emocionales a lo Hou Hsiao-Hsien (en el primer episodio, la cafetería, las escaleras y el tejado), obsesión por los efectos menos evidentes de la luz (rayos verdosos reflejados en los ambientes con más vegetación) y mucha intención cinematográfica en general, con algún plano a lo Ozu por aquí y por allá.

Incluso en sus momentos más autoindulgentes, cutres o retrógrados, que no abundan pero si están presentes, apetece dejarlo pasar todo. Es raro que una comedia posmoderna de estas características resulte tan fresca y divertida. Me alegra ser capaz de entrarle al juego, y os invito a hacer lo mismo.

Por cierto, ¿este puto ending? Inventaron el seishun eiga con esta mierda, ¡qué barbaridad! ¿Qué hay mejor que el resplandor anarajando de una superficie metálica reflejando sugerentemente el atardecer en un espacio vacío? ¡Absolutamente nada!


Tsue to Tsurugi no Wistoria

Quizás mi discurso, demasiado hípster para mi propio beneficio, sugiera lo contrario, pero albergo un respeto infinito hacia cualquier persona que haya sido capaz de terminar y publicar algo. Lo que sea. Creo que es igual para todes les creadores jóvenes, pero aún así me parece importante recalcarlo y promoverlo. Esto incluye, por supuesto, a Fujino Oomori, el autor de... bueno, Danmachi. Y ahora, Wistoria.

Pero debo confesar que, precisamente por ello, viendo el primer episodio de su nueva serie, sólo podía preguntarme... ¿en qué mundo un autor decide volcar sus esfuerzos en sacar adelante una obra tan imposiblemente blanda y derivativa? Es terrorífico el punto al cual sigue, paso por paso, el camino más insulso imaginable. Protagonista underdog en una academia de magia que demuestra ser más capaz que sus bullies cuando la situación lo demanda, y que tiene por amiga de la infancia a la persona más poderosa y atractiva del mundo de la serie. No hay un solo atisbo de innovación. Es como ver una pared secarse.

Una pared, por otro lado, bien pintada. Abogo por más series que dediquen una capa a la luz reflejada en lugar de llenarlo todo de sombras innecesarias. Ese poquito de claridad dota de muchísima atmósfera a la escena. Algo que, por otro lado, ya hace Makeine. Si Wistoria esconde un giro impredecible o buena idea en algún punto de su trama, tendrá que ser otra persona quien me informe. Yo no pasé del primer episodio.


Shikanoko Nokonoko Koshitantan

Seré breve con esta. Hay un par de momentos en el primer capítulo de esta cosa donde el shitposting sabe tocar todas las teclas correctas. Lo de los ciervos 3D mal integrados en la imagen es una idea brillante.

Sin embargo, hacer constante referencia a que en Nara hay ciervos no es suficiente como para involucrarme en la serie. Lo siento. El primer episodio apunta a un sitio y acierta en la diana. No en el centro de la misma, desde luego, pero acierta. Sin embargo, Twitter no es mi cultura, y esto es una serie para Twitter.

Así que no pasé del primer episodio. Y no tengo mucho que decir. Pero Nara mola. Pasaos por Nara si vais a Kansai.


ATRI: My Dear Moments

Todas las semanas (o casi todas) escucho el podcast Reload de AnaitGames. Es lo que tiene ser dibujante, que tienes mucho tiempo con los oídos libres. En fin, no sé en qué capítulo empezaron a hablar de Air Twister, un juego de Yu Suzuki al más puro estilo Space Harrier. A nadie le gustó demasiado, pero resulta fácil defender una propuesta así de nicho. Es un tipo de juego que ya no se hace, lanzado en 2022 y que hará gracia, casi como un chiste interno, a un grupo muy específico de la comunidad. Y, sobre todo, mantiene la llama viva, aunque sea un poco, de un género, de una "manera de hacer las cosas", si se desea.

ATRI es la primera adaptación televisiva de un nakige desde YU-NO, y de eso hace ya cinco años. Siempre me ha parecido un género con una cualidad estética extremadamente sugerente, aunque pocas veces (o ninguna) explotada en todo su potencial. Pese a estrenarse en 2020, la novela visual parte de una idea que no podía estar más sacada de principios de los 2000s. En el futuro cercano, la elevación del nivel del mar ha provocado el colapso de la civilización tal y como la conocemos. La historia se sitúa en un pequeño pueblo, medio abandonado, donde apenas queda electricidad y el único pájaro que vas a encontrar si caminas por la calle es la gaviota; todos los habitantes se conocen entre sí. Falta muchísimo trabajo de edición de sonido y compositing para evocar la mitad de nostalgia que lograba AIR con una sola escena, pero no puedo evitar alegrarme de que alguien en la industria del anime siga pensando que el verano es la estación ideal para ambientar un melodrama.

Volviendo a Air Twister, resulta fácil defender una obra a la vieja usanza cuando se trata de disparar marcianitos en dos dimensiones. Cabe preguntarse, no obstante, si deberíamos hacer el mismo ejercicio con un género que a veces parece pivotar entorno a un hombre borde dando coscorrones a robots con apariencia de niña pequeña para, presumiblemente, terminar desarrollando alguna clase de romance. Al fin y al cabo, forma parte de su ADN. La estructura del nakige no funciona si al final de la historia no podemos echar la vista atrás y recordar esas escenas cotidianas donde los sentimientos comenzaban a tomar forma a través de los momentos más gandules.

Sé que parece contradictorio, y más de una vez mis ojos han rodado hacia arriba viendo la serie. Pero me resulta sorprendentemente fácil verla como un producto inofensivo y extrañamente pasional, como haría con una nueva Getter Robo donde la testosterona rigiera sobre todo lo demás. ATRI definitivamente no será la obra que modernice el género mientras alude a ese mundo emocional al que sólo las adaptaciones de Kyoto Animation han sido capaces de acceder, pero que sigue por ahí, esperando a que le den una forma apropiada. Sin embargo, prefiero que la chispa no muera a que se pierda una forma de hacer anime, que más o menos chabacana, merece las mismas oportunidades que el resto.


Shoushimin Series

Hay un motivo por el que todes nos hemos lanzado a ver Shoushimin Series. Uno que tiene más que ver con Hyouka que con Lapin Track o Mamoru Kanbe. Pero, aunque su brillante hermana mayor proyecte una alargada sombra sobre ella, hay bastante que comentar sobre esta relativamente humilde apuesta.

El primer episodio ya demuestra un gusto particular a la hora de sostener el plano, un cierto ascetismo que coloca distancia entre el espectador y los personajes. El encuadre no cambia si no hay un motivo de peso para ello. Da igual que se alargue. Es habitual que no sepamos exactamente qué andan pensando y los diálogos son relativamente naturalistas. Una propuesta relativamente poco habitual en el mundo de la animación, más común en la imagen real, y muy agradecida.

En la misma línea de pensamiento, tengo debilidad por las obras animadas que confieren un peso particular a la localización real en la que sucede cada escena. En la rompedora obra de Kyoto Animation pasábamos el tiempo en Takayama, y esta vez nos encontramos un poco más al sur, en Gifu. Los eventos no suceden en una "calle genérica", sino a la orilla de un río concreto o en una cafetería específica. De manera más o menos intencional, esto confiere capas emocionales adicionales a todo lo que ocurre.

Al final del día, Shoushimin Series es heredera de una forma de hacer drama adolescente muy japonesa. Trata sobre encontrar tu papel en la sociedad sin renunciar a tu identidad, una diatriba existencial que sigo encontrando interesante a mis 24 años. No obstante, y con el pasar de los episodios, cabe preguntarse si la serie tendrá espacio para desarrollar estos temas en sus escasos 10 episodios, o si el protagonismo de los misterios cotidianos a lo Hyouka se convertirá en un arma de doble filo que diluya la serie hasta convertirla en poco más que una anécdota curiosa pero inconclusa.


Hale, listo. Temporada curiosa. Lo mejor está siendo comprobar que Monogatari Series era buena de verdad. No cabía duda, supongo, pero creo que hay un valor especial en que la nueva temporada haya salido en pleno 2024.

¿Qué me queda...? ¡Ah, sí! Jugad Baldur's Gate 3.

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Acabé Kenshin. Tengo que hacer el segundo post hablando del relleno. Cuando me apetezca, porque la verdad es que tiene como 3 episodios buenos. A lo mejor hablo sólo de ellos. En fin, ya veré.

Palabras clave: Too Many Losing Heroines, Takibi Amamori, Shoutarou Kitamura, Masahiro Yokotani, Wistoria: Wand and Sword, Toshi Aoi, Tatsuya Yoshihara, Actas, Bandai Namco Pictures, Sayaka Ono, Asuta Konno, Yusano, Motoyon, Makoto Katou, Jukki Hanada, Michio Satou, Frontwing, TROYCA, My Deer Friend Nokotan, Oshioshio, Mashahiko Oota, Ayumu Tsujimura, Takashi Aoshima, Wit Studio, Toshiya Oono, Atsushi Saitou

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