Este post asume que estás familiarizada con CLANNAD y con la obra de Jun Maeda en general, pudiendo contener algún spoiler.
Incluso si no conoces de nombre a Osamu Dezaki, estarás sobradamente familiarizada con su influencia. Cada vez que HUNTER×HUNTER o cualquier otro anime cierra su episodio transicionando a una versión dramáticamente ilustrada del mismo frame, es gracias Dezaki. Si la imagen de la serie que estás viendo se parte en dos, también lo es. Fue un director fundacional en la historia de la animación japonesa, definiendo los tropos visuales del anime televisivo hasta el punto de codificar las bases de lo que hoy entendemos como anime.
Algún día me encantaría hacer una retrospectiva suya, pero, para eso, necesitaré una gran cantidad de tiempo. Así que, en lugar de hablar de sus obras más importantes (Ashita no Joe, Versailles no Bara, Ace wo Nerae!, Onii-sama e...)... ¿qué tal si hoy hablamos sobre una de las últimas rarezas que dio a luz antes de morir?

Key es un estudio sobradamente conocido. La compañía de videojuegos fundada por Jun Maeda contribuyó a definir el melodrama de principios de los 2000s y desde 1999 se han mantenido sorprendentemente fieles a su estética. Tras la cuestionable primera adaptación de Kanon (que tuvo, no obstante, muy buenas ventas), llegaría en 2005 el turno de AIR. La versión más celebrada de la historia sería la serie producida por una joven Kyoto Animation, bastante recomendable si te sientes capaz de abrazar el melodrama hortera de principios de siglo. No obstante, en plena emisión de la serie, llegó a cines japoneses un largometraje producido en Toei Animation y dirigido por Dezaki.
Esta versión, mucho menos conocida, es un viajecito espectacular. Para empezar, la película está en 35 mm, porque rodarla a 16:9 como cualquier otra película anime de la época habría sido para débiles. Todos los recursos tradicionales del director están aquí, llevados a un extremo absurdo: las ya mentadas postcard memories, una fuerte tendencia a partir el plano y jugar con la relación de aspecto incluso cuando no hace falta (como cierto director que vino después), inclusión de cuadros negros para hacer cortes muy extraños, repetición de un mismo movimiento o paneo tres veces seguidas para generar drama y su habitual sobreexposición de la imagen, tanto a la hora de crear estampas estilizadas como simplemente para generar la agresiva atmósfera veraniega que caracteriza a la obra.
No obstante, puede que lo más interesante de la cinta sea el violento uso del digital que esgrime. Cualquier cosa que pudieses hacer con un programa de edición de vídeo en 2005 está aquí, aunque no tenga mucho sentido. Se siente como si Dezaki hubiese descubierto el poder del software y estuviese flipando, probándolo absolutamente todo, sin pensar en las consecuencias. Lentes y zooms extraños, movimientos y desenfoques emulando cámara en mano que resultaban demasiado complicados para una cámara física, inclusión de metraje real retocado, efectos de luz digitales para potenciar su ya intenso uso de los rayos de sol... Nace una textura que no puedo equiparar a nada que haya visto, completamente caótica, donde la experimentación se une, en un cóctel incongruente, con una trama visualnovelera de la que no esperarías esta presentación.

Más allá del meme, es muy interesante comparar el tono con la versión de KyoAni. Aquí, el pueblo no está presentado de una manera tan idílica y nostálgica, sino que, desde el principio, se enfoca su parte más misteriosa y sobrenatural. Casi todo el contenido relacionado con personajes secundarios y movidas sobrenaturales está recortado, centrándose en la relación entre los dos protagonistas y la madre de Misuzu (la chica rubia de los posters), apuntando a un desenlace trágico más tradicional y a una trama de amor menos platónica.
Esta visión del mundo se trasladó a la segunda película que nos ocupa: la apaleada versión de CLANNAD (2007) que salió un mes antes que su serie de televisión. En oposición a la limpia adaptación de Kyoto Animation, Dezaki apuesta por un estilo algo más crudo y gris, con un Tomoya más delincuente, un padre más competente y un Sunohara menos patético.

Visualmente es más contenida que AIR. La marca del director sigue igual de visible, con sombras aéreas y todo, pero las cosas digitales raras apuntan a lugares. Es una cinta, por momentos, sorprendentemente moody. El mundo abstracto de Ushio y el robot es un lugar mucho más tétrico y ha sido resignificado. Esta vez, sí, trabajamos en 16:9.
Es menos experimental, pero más sopesada. La estructura reformula la trama de CLANNAD, saltando entre la adolescencia de Tomoya con Nagisa y sus años de depresión en After Story. A su vez, concluye en la reconciliación con Ushio, prescindiendo de los giros sobrenaturales del desenlace original y permitiendo a la familia aceptar de verdad la pérdida que han experimentado. Es una forma curiosa de aproximarse al imposible proyecto de comprimir las decenas de horas de texto de la novela en una cinta de 94 minutos, que integra a las amistades de Tomoya en una recta final demasiado okadesca (en el sentido tóxico de la palabra) para su propio bien, pero que les otorga un merecido peso que la historia del juego no terminaba de conceder.

Cuando iba a Primaria, llenaba mis vacías tardes de verano con paseos por la playa en los que buscaba conchas y huesos de sepia. Pero, por encima de todo, lo que más ilusión me hacía era encontrar piedras de formas inusuales. No tenían ningún valor en particular: ocupaban demasiado como para acumularlas en casa, no servían para hacer manualidades ni se las podías dar de comer a los pájaros... pero molaba verlas, y no quería soltarlas porque su silueta las hacía únicas en el mundo.
Ninguna de estas películas es ni remotamente perfecta, pero existen porque pusieron a un director muy especial a dirigir un material muy concreto en un periodo muy específico. No hay nada como ellas, y creo que merecen más defensores que las abracen, sin pensar en si adaptan tal o cuál cosa, por lo que son: una curiosidad friki más difícil de sacar adelante de lo que parece, un fruto de sabor extraño que no volverá a germinar. Un piedra de forma extraña, única en el mundo entero.

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Desde que vi estas películas sabía que quería hablar de ellas en el blog porque son una experiencia extracorpórea y no me requería mucho research, por lo que aquí está el post. Espero que os haya gustado.
Últimamente, no sé cómo, he ido mucho al cine, así que se vendrá algún tema de actualidad a finales de mes. También quiero hablar de antologías de cortos con motivo del estreno de Love, Death + Robots Vol. 3 porque soy la Diosa del Engagement. Se acerca el verano, ¡así que vamos recuperar el tiempo perdido! Cuidaos y nos vemos pronto.