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INVIERNO 2023 ha sido una temporada genial para los fans de la CIENCIA FICCIÓN

Normalmente no hago temas de final de estación, pero este invierno de 2023 se ha ganado el privilegio. Llevo 3 meses oyendo que estamos ante una de las peores temporadas del anime reciente, y a riesgo de sonar demasiado petulante, yo la he disfrutado una barbaridad.

Creo que esta diferencia de opiniones se debe al género que ha salido beneficiado, uno que no está particularmente de moda en la actualidad. Me refiero, como ya inferís por el título del post, a la ciencia ficción. Y a una particularmente anticuada, de ruinas ancestrales pobladas con tecnología atávica. He tenido el placer de seguir cuatro series súper disfrutables, ninguna realizable en un año diferente a 2023, pero todas con un espíritu más propio del inicio del siglo. Y luego está TRIGUN STAMPEDE, que no me ha gustado particularmente, así que no voy a hablar de ella.

Creo que podemos empezar por Ooyukiumi no Kaina. Tsutomu Nihei se labró su fama de autor oscuro y críptico con la inimitable BLAME!, pero lleva metiendo comedia y moe a raudales en sus creaciones desde antes de Sidonia no Kishi. Su cooperación con Polygon Pictures, que empezó allende 2014, ha dado lugar a ciertos altibajos, pero en general creo que sus estilos son sorprendentemente compatibles. Los chistes sobre tsundere alteradas se sienten particularmente desquiciados cuando la hostia al protagonista le manda volando con físicas ultrarrealistas en gravedad 0. Es un contraste entre la expectativa slapstick de tu cabeza y una falta de ortodoxia brutal, como si alguien hubiese hecho un vídeo casero recreando escenas de una romcom anime en la vida real, pero en lugar de humanos los actores fuesen monigotes 3D sumidos en lo más profundo del valle inquietante. Hilarante.

Kaina camina esta senda, orbitando lo suficientemente cerca de una narrativa tradicional como para sentirse una aventura de lo más accesible, pero planteando una serie de conceptos súper alocados con envidiable frecuencia. Hablamos de un clásico "Nihei, di lo tuyo": árboles gigantes que se pierden entre las nubes, referencias a Toha Heavy Industries, una ciudad-barco errante construida con roca negra y un enorme mar de nieve de baja densidad. De esto último en concreto me hacen mucha gracia las pelotas blancas que salpican y levitan cuando los personajes se desplazan por ella.

En fin, que no es tan graciosa como Sidonia no Kishi, pero igualmente tengo muchas ganas de ver la película... porque el último episodio termina con un final abierto. Pero no tan abierto, eso sí, como el de Ars no Kyojuu, serie de la que probablemente no vamos a tener nunca una secuela por mucho que se lo merezca. Ya comenté en las primeras impresiones de invierno que encontraba encantadora su premisa, la cual parecía sacada de algún JRPG de los 2000s tempranos que nunca llegó a ver la luz. Pero debo reconocer que no esperaba llegar a involucrarme tanto con esta party de furries, imbéciles y furries imbéciles.

En 12 episodios se recorren cinco ciudades diferentes, algunas de ellas con concepts guapísimos (a destacar la última), viajando por el mundo en su nave voladora, protagonista indispensable en cualquier juego de rol japonés que se precie. Suena a poco tiempo para mucho contenido, y es verdad que es un anime de ritmo extremadamente rápido... pero, contra todo pronóstico, logra sentirse natural. Tiene tanta confianza en que conoces los códigos y tropos con los que trabaja que se puede permitir ir siempre al grano, omitir la exposición y resumir las peleas. No es como si se las pudiesen permitir animar, por otro lado.

De cara al final, tira de todos los recursos estructurales guarros que puedas imaginar para que te preocupes por la relación entre los protagonistas... ¡y el caso es que funciona! Siento que "genérico" es una palabra que se ha connotado de manera muy negativa dentro de la crítica amateur, y me parece bastante absurdo. El término denota relación con otras obras con las que comparte estética, temas, estructuras o arquetipos. Pero tan válido es abrazar estas convenciones y saber trabajarlas como huir en el sentido contrario.

Ars no Kyojuu es una serie orgullosa de ser genérica, y aunque su limitada producción no le permita salir del nicho al que va dirigido, genuinamente creo que es una serie hiperdisfrutable donde todos los elementos están en su sitio. A diferencia de la adaptación de NieR:Automata, que es disfrutable, pero también un puto despiporre.

Perdón por repetir la estructura y volver a referenciarme, pero hace tres meses dije por estos lares que el primer episodio de Automata era uno de los mayores desastres narrativos que había presenciado en mucho tiempo. No me retracto en nada de lo que dije, pero desde entonces se han emitido otros siete episodios y la serie ha tomado muy buenas decisiones... como dejar de intentar imitar el juego plano a plano, por ejemplo.

Empezando por la conclusión: he descubierto que el lado más chuuni de Nier me resulta sorprendentemente compatible con el espíritu de anime malo que hace 20 años habría producido una casa como Bee Train. Las líneas más pretenciosas sobre la fruta prohibida o el barco de Teseo que el juego te soltaba con una confianza envidiable se sienten particularmente estúpidas cuando la pronuncia el still frame mal dibujado de un chico guapo. Pero que la conversación se produzca con ambos personajes en calzoncillos es demasiado gracioso para que mi cerebro no se disloque y empiece a ver todo con buenos ojos.

La adaptación reestructura contenido existente y expande con nuevas tramas, tan pronto avanzando en la historia principal como dedicando un episodio entero a reinterpretar una obra de teatro que no salió de Japón. O quizás se pone a encadenar secundarias que no le importan a nadie con algún diálogo original que encaja sorprendentemente bien. Es una estructura caótica, pero que refleja fielmente la experiencia de pasarse un juego de rol donde te pierdes entre exploración y secundarias tras derrotar a cada nuevo jefe.

Se ha hablado bastante del sexto episodio, donde Toshimasa Ishii repitió todos los trucos dramáticos que ya había usado en 86. Pero también me hacen gracia decisiones menos intensitas, como toda la comedia con el pueblo de Pascal, añadida de manera muy orgánica en los episodios 5 y 7, las escenas abstractas del capítulo 4 durante la lucha con la bailarina o el empleo de lenguaje metatextual en el episodio 8 cuando las bandas translúcidas del juego sumergen a 9S en lo profundo de... ¡no se puede saber! ¡Porque la serie está en hiatus! En fin, supongo que Aniplex siempre será Anip-... digo... ¡qué malo es el COVID!

Y aún con todo, esta producción tan rara no puede aspirar a ser ni la mitad de chaotic neutral que Hikari no Ou. Claramente Mamoru Oshii y Junji Nishimura no tuvieron suficiente marcha con Vlad Love, porque han decidido coger una novela (¡¿para niños?!) que no le importaba a nadie y convertirla en la serie más inconsistentemente libre que probablemente salga en todo el año.

De verdad, el odio que leo por ahí me parece irracional. El viñeteado de Nishimura que ya empleaba en su sitcom de vampiros alcanza nuevas cotas de locura, llegando a superponer cuadros o meter postcard memories solo en reductos concretos del plano. Es la versión diabólica de Masaomi Andou y me encanta.

Hay muchísimos experimentos visuales, desde layouts extrañísimos para hacer algo tan simple como sacar agua de una tubería, hasta la aplicación de texturas y filtros en AfterEffects que la mayor parte del tiempo no hacen más que aplanar la imagen. ¡Pero por intentar que no quede! Hay cortes que en algún punto de la pipeline se han descuajaringado por completo, con manos clippeando aquí y allá, pero de pronto a la serie le da por obsesionarse con los dedos de un personaje mientras dibuja un kanji en el aire y te ofrece un tipo de movimiento que no vas a ver fuera de proyectos así de específicos. El cuarto episodio arranca con una escena entera dibujada por el puto Yasunori Miyazawa, que ya se ha pasado el anime y le debe hacer gracia partirle todas las articulaciones a sus personajes con tal de obtener texturas nuevas.

Pero, dejando de lado los memes, de verdad creo que la serie consigue ser súper tonal y atmosférica. Aunque sea a golpe de banda sonora y buen gusto, el carácter místico de este futuro improbable recuerda al de otras rara avis como Shinsekai yori. La estética de una civilización surgida de las cenizas de la anterior, en esta ocasión cambiando la aldea medio-sintoísta por una ciudad con tintes de Revolución Industrial. Es una ambientación que plantea interrogantes solo por existir, y me parece un punto de partida interesante, coherente con una serie tan rara como esta.

Siguiendo la tradición de este invierno, Hikari no Ou no tiene un final cerrado, aunque en este caso confío en que la segunda temporada, ya anunciada, sepa poner el punto y final a esta adaptación. Ojalá este equipo de veteranos se lo esté pasando bien con sus proyectos, porque, desde luego, yo lo estoy haciendo. Que vengan más.

¡Y que venga más anime de ciencia ficción, en general! Sea una excusa para dibujar fondos guapos, una aventurilla modesta, una adaptación cuestionable para un juego de culto o la reunión de unos viejos enfadados con el mundo, estaré en primera fila para abrazar el encanto de estos mundos que no deberían dejar de nacer.

Disfrutemos del género. Y de los géneros también.

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"En una semana probablemente esté el tema de Mob Psycho". Dije, hace como dos meses. En fin, qué cantidad de trabajo más enorme he tenido. A ver si acabo la Universidad estos meses y me entra la depresión de no saber qué hacer con mi vida, pero me liberan de estas ataduras.

Pero dentro de nada empieza la temporada de primavera... ¡así que alegría para todo el mundo! ¡Vivan la sociedad del espectáculo y el infierno mediático!


Palabras clave: Kaina of the Great Snow Sea, Giant Beasts of Ars, NieR:Automata Ver1.1a, NieR: Automata, Nier, The Fire Hunter, Hiroaki Andou, Akira Oguro, Asahi Production, Norimitsu Kaihou, A-1 Pictures, Ryouji Masuyama, Yoko Taro, Kenji Kawai, Rieko Hinata, Signal M.D

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