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VLAD LOVE y cómo entendemos el "cine de autor"

En una proyección de su reciente Vlad Love, Mamoru Oshii dijo que el anime actual era “pulcro y ordenado, visible por cualquier persona. Blando e inofensivo; ni veneno, ni medicina”. También comentó la razón por la que comenzó el proyecto: “Todo empezó con el sentimiento de “Vamos a mostrar lo que ocurre cuando cabreas a un anciano. Hagamos un anime que sirva como una medicina fuerte”.

Ciertamente, es una opinión bastante cuestionable. Especialmente teniendo en cuenta que Vlad Love salió en la misma temporada que Wonder Egg Priority, obra que se mete a saco con temas como la eutanasia, la autolesión, el suicidio, la depresión, el acoso escolar y un largo etcétera. Sin embargo, sí puedo empatizar con parte de esta frustración. Si cogemos la lista de animes de temporada de los últimos años, es fácil clasificar el 90% en tres o cuatro temáticas, y la mayoría de proyectos son adaptaciones que sirven más como anuncios largos que otra cosa. No sé si Vlad Love es esa “medicina fuerte” que necesita el anime, pero, para bien o para mal, es una serie extremadamente autocomplaciente.

Mucha gente ha quedado decepcionada con esta serie tras oír el nombre de Oshii, y creo que es culpa de nuestra concepción del “cine de autor”. Hemos relacionado el término con un cine reflexivo, difícil de entender, no apto para "las masas". Se trata, por supuesto, de una noción claramente elitista y muy alejada de la realidad, que pervierte su significado original.

Es cierto: Oshii ha adquirido su renombre internacional a través de obras de tono más oscuro y filosófico, como Ghost in the Shell o Tenshi no Tamago. Sin embargo, un dato frecuentemente olvidado es que, entre 1981 y 1983, el tío se dirigió media Urusei Yatsura. Existen ciertas similitudes entre esta obra y Vlad Love. Recordemos que toda la premisa de UY gira en torno a un chaval horny que salva la Tierra por accidente y acaba casado con una oni espacial. De la misma forma, Vlad Love parte de la relación entre una adolescente lesbiana y hematofílica que termina viviendo con una vampiresa de sed insaciable.

Además, a diferencia de Urusei Yatsura, Vlad Love no está basada en el trabajo de otra persona, sino que es una especie de adaptación de Chinamire Mai Love. Hablamos de una novela visual para iOS lanzada en 2013 y escrita por el propio Oshii.  Así, a partir de esta premisa, la historia se va por las tangentes que a Oshii le salen de la punta de la nariz, desde una parodia innecesariamente compleja del Castlevania original hasta un episodio entero dedicado a homenajear a Yoshiharu Tsuge, un mangaka que empezó a publicar en el 54.

Y (¡plot twist!) Mamoru Oshii no es ni siquiera el único director de Vlad Love, sino que gran parte de este trabajo corresponde a Junji Nishimura. ¿Y sabéis de qué serie se dirigió 70 episodios este buen hombre? ¡De Ranma ½! Aquí lo tenemos: dos nombres claves de dos de las romcom cutres más icónicas de los 80s, juntos para hacer de una romcom cutre de los 80s (pero en 2021, y una extremadamente creativa). Tampoco es como si su reunión se hubiese producido ahora, sino que ambos tienen una larga historia trabajando juntos. En la propia Urusei Yatsura, Nishimura dirigió un gran número de episodios. Y en 2004 hicieron juntos Fuujin Monogatari (serie en la que Nishimura fue director, y Oshii, director supervisor).

Pero, aunque esto explica la naturaleza de Vlad Love, todo este tiempo he estado ignorando la que probablemente sea la raíz del problema. Me refiero a la trampa en la que caemos constantemente cuando hablamos de autores: asumir que un director tiene que tener una filmografía consistente con un desarrollo predecible. Que hace una cosa concreta, que podemos esperar un nivel determinado de su trabajo y que, puestos a ver una evolución hacia otros lugares, esta tiene que ser gradual.

Constantemente, a través de la crítica, deshumanizamos a la gente que está detrás de una obra. Reducimos su persona a una serie de rasgos estilísticos específicos que mecanizamos y buscamos en su trabajo, además de relacionarlos frecuentemente con la personalidad del autor.

Muchos directores ni siquiera basan su estilo en algo que quieran hacer o que sientan que los define, sino que los agentes pueden ser fortuitos o económicos. Por ejemplo, SAM es un animador español bastante interesante, que en 2003 realizó un corto de considerable éxito titulado Encarna. La película representaba una España rancia con tono satírico. Durante más de 15 años, este lente definió su carrera como director, y no fue hasta 2020, tras haber conocido Mad God, cuando pudo dirigir su primera película con la temática que siempre le había motivado: la ciencia ficción.

Si estuvo todo ese tiempo estancado en la comedia negra es precisamente porque todas las oportunidades para dirigir que le llegaban partían de la asunción por parte de productoras de que repetiría la jugada que le caracterizaba, y no al revés. Para un crítico, el volantazo de 2020 puede resultar sorprendente, pero SAM llevaba toda su vida abocetando en su cuaderno sus propios mundos sci-fi.

Este caso no es el único, ni tampoco es uno tan sencillo como para resumir en un par de párrafos (recordemos: los artistas son personas de carne y hueso, y cada vez que escribimos una retrospectiva, estamos hablando de una vida entera, de algo sinceramente inabarcable). Pero nos devuelve a Vlad Love y a su recepción.

Oí a mucha gente decir que el regreso a la animación de Oshii tendría que haber estado marcado por una obra más "ambiciosa" o que "recordase a sus cintas más famosas" (lo que este año podría haber sido Sonny Boy para Shingo Natsume). También se dijo cuando Yuasa dirigió una (excelente) película infantil en 2017. Y siento que, como espectadores, no estamos en posición de decirle a alguien lo que debería hacer con su vida.

Si el director de Ghost in the Shell ha querido hacer Vlad Love en pleno 2021, será por algo. Y ese algo puede ser, perfectamente, que le haya apetecido. Porque es una persona, y no le debe nada a nadie.

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Ya han pasado un par de semanas desde que publiqué algo por última vez por culpa de la Uni y no podía dejar pasar más tiempo, así que me he sacado esto de la manga. No es un texto muy centrado, pero espero que todos los palos que he querido tocar se hayan transmitido correctamente. Si no es así, podéis echarme la culpa.

Dije en el último post que lo próximo iba a ser una retrospectiva de un autor con cierta trayectoria, pero el proyecto ha pasado de centrarse solo en sus OVAs a cubrir más de 20 años de series y episodios random.

Muchas no las había visto, así que estoy devorando todo el contenido y tomando apuntes, alternándolo como puedo con los estudios. Probablemente acaben siendo tres partes. Estoy casi seguro de que la primera estará lista para el día 20, y las siguientes caerán rápido. Pero eso, que irá llegando todo. Estoy disfrutando demasiado todo esto.

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