Me lo voy a quitar de encima lo primero: hay un tema muy desagradable que nos viene inmediatamente a la mente cada vez que se menta Rurouni Kenshin. Ya expresé mi opinión sobre lo complicado que resulta disfrutar del texto en 2024, y lo inapropiado de que la franquicia siga recibiendo contenido. Sin embargo, necesito que se pueda hablar del trabajo que un sinnúmero de talentosos animadores hicieron, a través de Studio DEEN, hace ya 25 años. Sin peros al final de cada frase. Así que, aunque una parte de mí tiene miedo cada vez que menciono al espadachín más celebrado de la historia del manga en Internet, voy a fingir, durante unos párrafos, que nada de esto ocurrió. Por la gente que puso su alma en la serie. Porque los pecados de un hombre no deben enterrar la pasión de otros. Entonces es cuando perderíamos.

El anime de Rurouni Kenshin es famoso por resultar una adaptación polarizante. Pertenece a una época, ya pasada, en la que todo shounen de peleas que diese el salto a la pequeña pantalla tenía garantizado recibir, como poco, algo de relleno. En el caso de samurái con cicatriz en forma de X, fue nada menos que un 40% de su recorrido.
"Relleno" es una palabra bastante fea. Hace referencia a cualquier material escrito originalmente para una producción televisiva, que no deriva del formato inicial de la obra (habitualmente manga), y por tanto no debe alterar el status quo ni "considerarse canon" de cara a posibles contradicciones futuras. Esta noción, aunque fruto de reconocer las evidentes limitaciones con las que nacen estos episodios (muchas veces incluso arcos), es purista en el peor de los sentidos. Parte de la asunción de que nadie sino el autor original puede crear algo que merezca la pena con el mundo que ha inventado, de la idea de que la obra original ya nació en su forma definitiva y no puede ser mejorada mediante adición con nuevas iteraciones. Esto no sólo es un dogma que encuentro cuestionable y faltón con el sinnúmero de personas que trabajan en estos episodios de relleno, sino que obvia decenas de ejemplos de series de éxito que mejoraron gracias al relleno, como Sailor Moon.
Así pues, y pretendiendo que sea el primer post de varios, me gustaría rebuscar entre estas producciones olvidadas por su naturaleza, y arrojar luz sobre casos de valor artístico que no deban ser desdeñados e incluso superen al contenido "canon". Empezando, como dice el título, con el arco de Tokyo de la Kenshin de DEEN.
"Tokyo" es la primera saga de Rurouni Kenshin, en realidad un grupo de 27 episodios compuesto por diferentes y pequeños arcos. En el anime, existen tres bloques de relleno que presentan a personajes episódicos interactuando con los protagonistas o se centran en personajes más secundarios dentro del grupo principal (como Megumi en el 14 o Yahiko en el 18).
El primero de estos bloques comprende desde el episodio 13 al 18, ambos inclusive. La mayoría son un poco flojos, aunque mi favorito llega pronto: el capítulo 14. El guion es simple: trata sobre Megumi enfrentando a un grupo de estafadores que buscan desdeñar su trabajo como doctora fingiendo ser capaces de obrar milagros sanatorios. Lo interesante viene al contar con el trabajo de Yasuhiro Aoki en la dirección de animación. Probablemente nunca tengamos una confirmación oficial, y si ya la hay, será difícil de encontrar hoy en día. Pero se sugiere el tipo de trabajo que trasciende sus tareas habituales y termina influyendo en toda la puesta en escena del episodio. El capítulo tiene un estilo súper dramático, con angulaciones muy pronunciadas siempre que pueden, dibujos algo inconsistentes con el modelo pero muy expresivos y una forma de estilizar las sombras de lo más llamativa, algo barroca y con varias puntas que evitan el contacto con el lineart. Además, durante la escena de batalla final comienza el festival de las pantallas divididas y las superposiciones, sacándose de la manga secuencias tan divertidas como esta.
El motivo por el que sospecho con tanta fuerza que es el director de animación y no el storyboarder el responsable de esta demostración de gusto a la hora de pasárselo bien se encuentra en el segundo bloque de relleno. Esta vez se trata de un solo episodio, el 22, que traslada la acción a un tren y comparte los mismos rasgos estilísticos que acabo de describir, si acaso más pronunciados. Aoki repite en su posición como AD, pero la dirección del episodio y el diseño de planos corre a cargo de gente distinta al del 14. Reconozco debilidad por este tipo de set pieces de acción: un tren es un espacio lo bastante reducido y variado como para que un buen capítulo cruzando tramas de diferentes personajes a medida que la situación se enreda sale solo a poco que sepas escribir. A eso hay que añadirle el interés de representar un episodio histórico tan curioso como el de la primera vía ferroviaria de Japón, que conectaba Shinbashi y Yokohama. Todo esto firma un episodio que puede resultar discreto si vienes a Kenshin por el melodrama de sus momentos más icónicos, pero que, con sus asperezas, considero uno de los más divertidos (y por qué no, mejores) del arco de Tokyo.
El tercer bloque, desligándose de la norma y cerrando esta primera saga del vagabundo, son tres episodios que comparten una trama lineal, protagonizada por una pirata y su tripulación. Una de las cosas que más entretenidas encuentro en el relleno de esta serie es cómo, en su búsqueda de premisas, termina poniendo el foco en peculiaridades históricas que obligan al equipo a documentarse y trabajar nuevos temas. Este arco no brilla por tener un guion particularmente bueno, y su exploración de la piratería se queda en una cuestión más estética que nada. Sin embargo, me gusta ver, aunque sea algo maniqueo, una ficción en la que se mezclen kimono con trabucos de manera tan natural, y su duración de triple episodio le permite desarrollar una historia relativamente contundente. En el episodio 17 ya hacían algo parecido en lo que a exploración temática se refiere, llevando a los protagonistas a un circo de estilo occidental... pero es que es malillo, el pobre.

En conclusión, el relleno de Tokyo, aunque raramente siendo mejor que "suficiente", tiene algo que aportar. Se introduce con naturalidad entre los arcos principales, como la grasa de un filete, invitando a que no te molestes en revisar la guía de episodios y dejes que estas historias cortas fortifiquen la relación entre los personajes principales, en preparación a todo el drama que se viene en Kyoto. Alguna historia resulta ambiciosa, como la de los episodios 15-16, de la que no he hablado antes por tener un ritmo demasiado apresurado, pero que puede presumir de ser un buen contrapunto temático a la violencia dejada atrás de Himura Kenshin.
Pero si hay una pareja de episodios que quiero destacar desde mi profesión, es la de los capítulos firmados por Yasuhiro Aoki, que lamentablemente no volvería a la serie en arcos posteriores. Son un ejemplo de cómo un proyecto de origen más bien blandengue se puede elevar gracias a la idiosincrasia y pasión de un equipo, que sin pensárselo dos veces, ponen toda la carne en el asador con fe ciega en que alguien sabrá apreciar las rugosidades y pasárselo bien.
Actualmente estoy viendo el anime con mi hermano, y queda bastante hasta que terminemos Kyoto y pueda empezar a hablar de los últimos arcos de relleno que despidieron a la franquicia de la pequeña pantalla hasta que llegaron las OVAs. Hasta entonces, otras cosas se comentarán por estos lares.

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He escrito esto sin pensarlo mucho, y creo que, con el poco tiempo que me dejan el resto de mis proyectos vitales, es la mejor manera de mantener el blog activo. Me apetecía ya escribir algo que no tuviese nada que ver con actualidad, aunque necesito desesperadamente entrar en lugares que no sean el anime y el cine, pero bueno, todo irá llegando dentro de poco.
Me lo he pasado bien y hay poco escrito sobre este tema en particular, así que siento que aporto algo aunque sea muy de nicho, que al final es, más o menos, el objetivo del blog.
Palabras clave: Meiji Kenkaku Romantan, Samurai X, El guerrero samurái, samurai