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Primeras impresiones de INVIERNO 2024

Últimamente me agota un poco el anime de temporada. No es que no salgan cosas porque los tiempos han cambiado y la industria molaba más en los 90s (que tampoco es mentira). Sencillamente, la cultura de su consumo me cansa un poco. No es más que un mood que me durará lo que tenga que durar; he redescubierto el concepto de la serie larga, que no puedes deglutir en un finde tonto y que por tanto necesariamente permea en tu vida, en lugar de convertirse en una estadística sustituible para AniList.

Así que, entre esta falta de energía y que la lista de anime invernal tenía francamente mala pinta, he decidido reducir la habitual lista de 10 a unos modestos 5 estrenos que me interesaban de verdad. Creo que ha sido una decisión correcta, que quizás mantenga o quizás rectifique en la próxima temporada. Pero, esta vez, me ha salido bien. ¡Vamos con el inicio de año!


Tragones y Mazmorras

Tengo sentimientos un tanto encontrados (mayormente positivos, pero encontrados) hacia la adaptación de Tragones y Mazmorras. Sería injusto pedirle a Trigger que imprima su marca característica con toda la fuerza que pueda en cada una de sus producciones. Ni siquiera sería sensato; su serie más memorable hasta ahora es Little Witch Academia, precisamente aquella que busca crear algo nuevo con el talento del equipo. Tampoco sería correcto fingir que Netflix es la responsable de que lleven unos años alejados de su antigua filosofía, cuando mucho antes de Cyberpunk ya firmaban series como InoBato. De hecho, ¿qué filosofía? ¿La del estudio que hizo Mahoromatic? Pero sincerémonos: en toda persona para quien Gunbuster, Gurren-Lagann o Evangelion signifique algo duerme un monstruo irracional que desea a Imaishi o Yoshinari tomando el control y haciendo su cosa.

Me alegra ver esta nueva propuesta, casi descubrir que se puede hacer una parodia del RPG japonés sin un protagonista condescendiente, sin toneladas de texto, sin chicas-gato y sin oler a esmegma en general. El primer episodio se propone como un viaje bobalicón, humilde, escrito con el corazón y que seguramente esconda más profundidad de la que se puede presuponer. Pero, por muy cerradita que sea la estética de fantasía más tradicional que plantea, me molesta sentir que para adaptar manga de fantasía hay muchos estudios que no son Trigger. Y que Trigger tendría que estar haciendo Panty & Stocking. Y es injusto, porque seguro que en el estudio les viene bien el cambio de aires. Pero se cargaron a la espalda 30 años de historia cuando se fundaron, y no puedo evitar medirles con otra vara. Este es un paso, en sí mismo, bien dado. Pero también es uno tomado en una dirección un tanto inesperada cuando lo combinamos con la orientación que eligió Edgerunners, y desde el que se puede pivotar a muchos sitios. Creo que aún es pronto para saber cómo nos sentimos al respecto.

PD: este porno sí que es lo mejor de la temporada hasta ahora.


Metallic Rouge

La mayor parte del anime está compuesta por adaptaciones de otros medios, sean manga o novelas ligeras. Y, si no, son proyectos multimedia que eventualmente tendrán un gacha para móviles. Es por ello que, cuando un estudio anuncia un proyecto completamente original, autoconclusivo, lo habitual es no perderle la pista en toda su campaña publicitaria. Metallic Rouge es una serie que busca una estética muy prestige, si es que debiera utilizar este término para cualquier cosa con ínfulas de Netflix. Hay una confianza en cómo caracteriza a sus personajes, en cómo introduce su mundo de ciencia ficción y en cómo afronta el tono que, puesto al lado de otros anime de temporada, te hacen sentir que estás viendo algo bien pensado y rematado.

Pero, al menos para mí, la ilusión se desvanece muy pronto al darme cuenta de que si esto no fuese animación habría perdido el interés a los 30 segundos. Es una serie acomplejada, que parece tener como máximo referente del buen hacer a cualquier película estadounidense de alto presupuesto pese a estar haciendo aguas por todas partes y no poder más que hinchar el pecho, fingiendo un tamaño que no tiene. Hablando de Mars Express comentaba que la fascinante tactilidad de su mundo es un síntoma de excelencia precisamente porque trabaja con una noción del cyberpunk bastante genérica. Aquí tenemos todo lo contrario: no hay un solo fondo o concepto en Metallic Rouge que me haga diferenciarla de cualquier otra serie con la que comparta ambientación. Existen unas casillas mínimas que la serie marca con aptitud (si es que A.I.C.O. -Incarnation- también lo hacía), pero me gustaría poder pedirle más a una bones que, nos viene quedando claro de un tiempo a esta parte, no tiene el sello de calidad del que podían presumir más hace 10 años.

PD: lo mejor del episodio, con diferencia.


Yuuki Bakuhatsu Bang Bravern

(¡EXPLOSIÓN DE CORAJE! ¡BANG OSADO BANG OSADORN!)

Masami Obari es una figura legendaria para cualquier fan del género mecha, y aunque últimamente su nombre se ha dejado ver en múltiples proyectos, esta vez parecía haber podido manejar una serie original a su gusto y en un estudio como el de Cygames, que en su corta historia ha demostrado una envidiable capacidad productiva. Efectivamente, es una serie que hace referencia directa a un pasado en el que ser otaku significaba conocer de memoria cada tornillo de cada tanque, nave o avión usado en cualquier guerra a partir de la WWII, y no visitar maid café en Akihabara. Hace convivir, sin ningún tipo de miedo, el real robot más atestado de verborrea sobre tal o cual modelo ficticio con el super robot que da título a la serie, representado por un mecha sintiente, pilotado por el protagonista y que se encarga de reproducir diegéticamente su propio opening ochentero durante las peleas. Y, aunque aprecio mucho esto último porque es un puto banger, nada de lo que he dicho es particularmente bueno visto en contexto.

Sí, me gustan las series mecha, y agradeceré la existencia de cualquier obra mientras mantenga el género vivo, a esperas de un renacimiento en condiciones. Pero Brave Bang Bravern es el género por el género en un sentido más cascarrabias e irresponsable de lo que me gustaría: no parecen importarle las connotaciones nacionalistas de nada de lo que intenta, y mientras pueda dedicar la mitad del metraje a robots luchando, está dispuesta a dejar de lado cualquier preocupación por los personajes, el estilo, la trama o qué sé yo. Aunque sigo profesando un respeto indescriptible hacia Obari como profesional y diseñador, está claro que le importa más tachar cada elemento de su lista de fetiches que revitalizar el género o... ¿hacer una buena serie, siquiera? Si bien tiene algunos detalles que aprecio, siento que es una serie despreocupada en el mal sentido, y la veo una oportunidad desaprovechada incluso para (¡o especialmente para!) los aficionados a este nicho tan específico.


BUCCHIGIRI?!

Cuando no has dedicado una irresponsable cantidad de horas a un género es habitual que una obra te parezca poco original porque trabaja con piezas que te resultan conocidas, ya sea de otras series o del imaginario colectivo. Pero, a veces, sin violar ningún estándar, una historia sabe mezclar o modular esos mismos ingredientes de formas sutilmente diferentes para obtener resultados familiares pero estimulantes. Esto es, básicamente, lo que me ha pasado con Bucchigiri?!. No me atrevería a decir que Hiroko Utsumi es "una de las grandes directoras del anime contemporáneo", pero definitivamente es una personalidad que ha sido consistente y llamativa durante más de una década, y una de las pocas "autoras" que tiene la vertiente televisiva de esta industria.

Hay algo de Free! en cómo Bucchigiri?! caracteriza a su variopinto elenco de chavales, como poco, guapetes. Pero también un cierto sabor añejo en su obsesión por los uniformes de delincuentes y manera algo pasada de moda de trabajar los superpoderes (o de referenciar a la Aladdin de Disney). Lo cual, sin embargo, fricciona con unas sensibilidades muy actuales cuando toca caracterizar a la madre del protagonista, presumiblemente soltera y adicta a las telenovelas. Es, en definitiva, una amalgama de ideas del ayer y del hoy, cuidadosamente elegidas para conseguir un resultado sorprendentemente fresco, gracias en parte a una gran dirección de animación que dota de una agradecida elasticidad a todos los movimientos de los personajes, incluso cuando no presume de recursos excesivos. Te tiene que gustar el café de antes, pero es una buena forma de echar 20 agradables minutos. No es poca cosa, si me preguntan.


Sengoku Youko

No tengo muy claro qué ha pasado con White Fox estos últimos años. No porque hayan hecho nada mal, sino porque no han hecho nada. Bueno, una temporada de Utawarerumono. Por supuesto, la realidad de los estudios no se corresponde con la percepción que tenemos desde fuera, cuando sólo reconocemos su logo al verlo en la ficha de temporada como estudio principal: White Fox vive también como lugar de outsourcing y a través de sus subsidiarias. Pero eso no quita que la casa en la que se produjo Re:Zero haya decidido volver a la pequeña pantalla con una adaptación de Satoshi Mizukami en triple cour ininterrumpido. Que pare el mundo, que yo me bajo.

A estas alturas no creo que el autor de Spirit Circle necesite de presentaciones: lo que comentaba con Bucchigiri?! sobre elementos familiares ordenados de maneras novedosas alcanza su extremo en la obra de este escritor. Hay algo fascinante en cómo va colocando piezas de aparente normalidad sobre el tablero, pero que más adelante son el germen de un guion radicalmente subversivo; cosas tan tontas como la dinámica entre un protagonista underdog, que no parece dar pie con bola, y un deuteragonista con todo el peso de la acción a su espalda gracias al poder de una transformación a lo nekketsu. No he leído Sengoku Youko, pero tampoco tengo dudas de que para finales de 2024 habrá un pequeño séquito de personas defendiéndola como uno de los animes del año, y que habrá subido del seis-y-pico al casi-ocho en todas las páginas de anime. Porque así es como funciona Mizukami: a mitad de serie te cambia el protagonista, y cuando crees que has visto el clímax final todavía quedaban dos arcos.

Es, no nos engañemos, una serie para un nicho muy específico. Un poco fea (clara mejoría con respecto a Biscuit Hammer, con algo de preciosa línea variable aquí y allá, pero un poco fea), más o menos larga, entregada a reexaminar tropos de series que ya de por sí son de nicho... Pero me alegra muchísimo que salga anime así; si hay una serie de temporada a la que quiere que le salga bien la jugada, es a esta, incluso si no es tan buena como Tragones o Bucchigiri?!. Espero no poner demasiadas esperanzas en ella y llevarme la hostia que me comí con Karakuri Circus al poco de empezar su emisión, pero por lo pronto, ya que el Tato me ha dicho que no la quiere ver, pues le iré dando yo.

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Oye, me estoy viendo con mi hermano la HUNTER×HUNTER del 99 y es un pepino cósmico de serie. La de 2011 me gusta bastante, pero esta le da mil vueltas. No la obviéis, por favor.

Palabras clave: Dungeon Meshi, Delicious in Dungeon, Yoshihiro Miyajima, Ryouko Kui, Motonobu Hori, CygamesPictures, MAPPA, Taku Kishimoto, Masahiro Aizawa.

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