Más tarde que pronto por causas de fuerza mayor (léase: trabajo) llegan las primeras impresiones de una temporada en la que puedo no haber encontrado el bombazo que me reconecte de todo corazón con la actualidad del anime pero sí nos deja un sinnúmero de estrenos por los que apetece interesarse. ¡Comenzamos!
Lazarus

No deja de sorprenderme lo fácil que resulta caer en el simplista discurso de relacionar directore y obra, como si todo lo esperable y juzgable de la segunda dependiese de le primere. Si tanta gente le ha dado una oportunidad a la nueva producción de Jason DeMarco y MAPPA es únicamente por el nombre con el que se ha anunciado a bombo y platillo, pero ni Shinichiro Watanabe es metonimia de Lazarus, ni hace ya casi 30 años lo era de Cowboy Bebop.
Aquel hito de la ciencia ficción brillaba por tomar cientos de iconos de la cultura occidental y mezclarlos en un popurrí sólo funcional gracias al pegamento de la pasión, habitualmente desproveyéndolos de su significado original con una confianza envidiable. Tanto tiempo después, Cowboy Bebop efectivamente logró asentarse como su propio género, el de un tipo de anime occidentalizado que hoy regresa a su pueblo natal con menos coherencia que nunca.
Lazarus es un derivado de derivados, una quimera reconstruida que no busca con sus decisiones de dirección más que recordarnos lo que consiguió Sunrise en los noventa. Cabe preguntarse quién dio el visto bueno a unos diálogos tan abrasivamente malos, y es que ni la portentosa fisicalidad de las coreografías de Chad Stahelski logran elevar este juego del teléfono escacharrado en el que pierde todo el mundo salvo les fans de la comedia involuntaria.
Shin Samurai-den Yaiba

Me interesa mucho cómo las audiencias actuales nos relacionamos con la noción de lo clásico. Desde que era chiquitite, recuerdo a la gente que me rodeaba quejarse de las películas que veían, siempre con los mismos adjetivos: "típico, genérico, predecible". Tenemos una fobia desproporcionada a las narrativas tradicionales, las de los cuentos con los que crecimos. Esta aversión genera una paradoja fascinante, convirtiendo a las obras más populares de la actualidad en una montaña de subversiones sistemáticas, un nuevo estándar en respuesta a la imagen de una forma de contar historias que en realidad ya no tiene una entidad concreta.
Tiene sentido, supongo. En la era de la comunicación el disfrute ya no procede del texto que leemos, sino de la insegura anticipación de lo que vendrá, experimentado no un espacio privado sino compartido en directo: la digestión anterior a la ingesta. Lo que les expertes llaman "el hypetrain".
En un mundo así no hay cabida para que Yaiba se convierta en el nuevo gran anime shounen, pero quizás sea el único que lo merezca por entender mejor que ningún otro la esencia misma de lo que siempre significó la palabra nekketsu. No hablo aquí de su anticuado estilo de escritura, sino de su ardiente puesta en escena: colores saturados, formas que se aplastan con cada movimiento y la desmelenada brocha gorda de un Yoshimichi Kameda que no ha destacado tanto en 10 años. En un mundo post-Chainsaw Man, una adaptación así se siente como un pequeño milagro.
Kidou Senshi Gundam GQuuuuuuX

Los fans occidentales del anime somos demasiado jóvenes como para comprender lo que supone Gundam en Japón. Tenemos los números de ventas y sabemos quién es Char, pero no entendemos hasta qué punto la imagen de los tres Zaku entrando en Side 7 el 18 de septiembre de U.C. 0079 significa una estampa incuestionable, que trasciende todo pensamiento crítico, que simplemente es, como Gandalf defendiendo a la Comunidad del Anillo en el puente de Khazad-dum, como Darth Vader revelando su parentesco con Luke en los conductos de Ciudad Nube.
El nombre de Hideaki Anno y de Kazuya Tsurumaki ha resonado con insistencia cada vez que alguien en Internet anticipaba esta nueva entrada en la franquicia de robots más célebre de la historia. No es para menos, sabiendo de lo que es capaz la vieja guardia de Gainax. Pero calibramos mal el baremo. GQuuuuuuX nunca iba a ser "la Gundam de Hideaki Anno" porque basta ver el estreno para entender algo que a menudo olvidamos en nuestra terca, inflexible y mecánica forma de entender la ficción: estos veteranos del oficio son, ante todo, personas. Y si hay algo más querido y respetado para ellos que los iconos que ellos mismos crearon, son los que les precedieron.
La historia de lo que habría pasado si Char hubiese encontrado el RX-78 antes que Amuro es el what if que un adolescente japonés encocainado habría soñado en los setenta, pero realizado en 2025, a ritmo de Kenshi Yonezu y enmarcado por fondos que parecen sacados de alguna cuenta de Instagram con un buen número de seguidores. El segundo episodio dispensa con la promiscuidad de un hámster en celo referencias a nombres y eventos para cuya comprensión necesitas haber pasado por un centenar de viejos episodios, y aunque no es necesario entenderlas todas para disfrutar de la serie, sí me parece importante saber a lo que nos metemos para no tergiversar las intenciones de la obra: a la desvergonzada travesura de un niño grande, quien sonríe maliciosamente al desmontar el dragón de bloques con el que juega, con la absoluta certeza de que cuando lo remonte, esta vez como un tiranosaurio, está pervirtiendo las leyes inmutables que dictaban las instrucciones de montaje, trascendiendo en el proceso a un estado cuasidivino. Y si alguien considera este acto el tonto capricho de un infante, que se lo digan al pobre dragón.
Apocalypse Hotel

Especializar tu entretenimiento en el anime, como en cualquier nicho tan concreto, te acostumbra a la purria más absoluta. Es por ello que, en cuanto alguien como Cygames saca adelante un proyecto que evoca series asentadas en el recuerdo como Yokohama Kaidashi Kikou o, cavando un pelín más hondo, Jinrui wa Suitai Shimashita, se forme un pequeño grupo de seguimiento que busque verle unas virtudes que, permitidme el cinismo, no sólo me cuesta ver sino que dudo que tenga.
La primera escena de Apocalypse Hotel es una de las yuxtaposiciones más torpemente editadas que he visto en mi vida, la escritura del personaje principal se siente más cuestionable que nunca en un mundo que ya nos tiene acostumbrades a la inteligencia artificial y, mal que me pese, no importa el interés de una premisa si el desarrollo es el de cualquier otra serie mediocre.
No quiero seguir largando sobre una obra que depende tanto de su evolución a futuro, de la que aún no puedo decir gran cosa, y no deseo sino recoger cable de estas desesperanzadas primeras impresiones. Pero me parece un momento tan bueno como cualquier otro para plantearnos si nuestra elección de entretenimiento es una decisión consciente o un obsceno fruto de la inercia; si hay un solo motivo para elegir Apocalypse Hotel frente a sus alternativas de años anteriores que no sea su efímero rasgo de actualidad, una razón para encumbrarla que no sea tener la cabeza tan metida en el culo que la única comparativa posible sea más anime insuficiente.
Anne Shirley

Ana de las Tejas Verdes es una de esas series que parece haber pulsado una tecla atemporal; que no importa en qué año se readapte, seguirá sintiéndose relevante. Por supuesto, no es un éxito gratuito: escribir al personaje de Anne Shirley requiere no sólo de una envidiable empatía sino de un gran trabajo introspectivo que se extiende mucho más allá de la obra, que habla de cómo la persona tras el guion ha ido encauzando su vida.
Se suele hablar de ella como la materialización del colorido de la infancia, pero creo que hay un anhelo mucho menos naif detrás de cómo la chica influye en la vida de la gente que la rodea. Donde la mayoría vemos una rutina gris, Anne se propone activamente mirar más allá de lo evidente y convertir cada instante en una oportunidad para vivir algo único. Aún más admirable me parece su capacidad para canalizar, sin vergüenza ni autoengaño, todas y cada una de sus emociones. Es un espejo en el que mirarse cuando toca hacerse la importante pregunta de si estamos viviendo con intensidad, disfrutando de lo que se nos ofrece. Y aún más interesante ver cómo esta filosofía puede equilibrarse con el día a día: con la vida en comunidad, con las batallas personales de la gente cercana y con la inevitabilidad del paso del tiempo, de la responsabilidad, de la muerte.
Resulta legítima la conversación sobre si esta nueva adaptación hace un mejor o peor trabajo presentando todos estos temas, sobre todo cuando hay tantas versiones de esta historia con la que compararla. Pero la realidad es que, de todos los anime a los que he dado una oportunidad esta temporada, este ha sido el único con un mundo emocional que me ha hecho entender a sus personajes como gente y no simples dibujos en movimiento, que ha logrado trascender sus 24 minutos de capítulo con las reflexiones que me llevo. En ese sentido, y aunque no me parezca la serie mejor hecha de primavera, sí ha sido mi favorita, y en la que más potencial veo para mejorar la vida de quien la vea. No es poca cosa.
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Palabras clave: Mobile Suit Gundam, MSG, Studio Khara, Gosho Aoyama, WIT Studio, Akage no Anne, The Answer Studio, Anne of Green Gables.