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Primeras impresiones de OTOÑO 2023 - [Parte 2]

Estás leyendo la segunda parte de un post dedicado al mismo tema. Si te interesa mi opinión del resto de series que he visto esta temporada, puedes hacer click aquí.


Undead Unluck

Me gusta bastante el primer episodio de Undead Unluck. ¿Qué puedo decir? Me cae bien. Macarra, pero no en el sentido insensible de una Backstreet Girls ni con las ambiciones tonales de Chainsaw Man. Es, sencillamente, muy punk, bastante tonta, orgullosa de ello o al menos nada vergonzosa al respecto; alguna vez se pasa un poco de la raya, pero sale perdonárselo porque con la siguiente escena demuestra que en ningún momento ha tenido malas intenciones. Uno de los dos protagonistas se pasa todo el episodio en pelota picada y ni caes en ello durante la escena wholesome del final. Eso está muy bien.

No es una superproducción, cierto, pero la dirección corre a cargo de Yuuki Yase, uno de los ex-Shaft que más reconocimiento ha amasado estos últimos años gracias a su impecable papel en la primera temporada de Fire Force, y sus buenas ideas convierten el episodio en una experiencia mucho más estimulante de lo que habría sido con un cabecilla menos chiflado (podría dedicarle un post entero a la primera escena del episodio y aún así me quedaría sin espacio para hablar de sus ilimitadas virtudes. La imagen que tenéis arriba es de ahí. No representa para nada la estética real de la serie, así que buscad un tráiler o algo. Este paréntesis está quedando demasiado largo...).

Las ínfulas de cine B desinhibido que porta han llevado al manga a construir un pequeño culto que halaga sus locos desarrollos argumentales como una de las apuestas más contundentes que el manga para adolescentes ha recibido en años. No he tenido el placer de descubrirlos de primera mano porque en su día no pase de los 2 o 3 capítulos, pero se me antoja muy atractiva la posibilidad de darle una nueva oportunidad con esta adaptación.

No es una serie que recomendaría a todo el mundo (para empezar, creo que necesitas una cierta familiaridad con el modus operandi del género si quieres apreciar aquello que aborda de manera diferente a la habitual), pero es el tipo de proyecto que te cae simpático cuando tu cuenta de AniList registra más días de los que quieres reconocer, no necesariamente porque sea mejor que nada que hayas visto hasta entonces, sino por su carisma y confianza a la hora de avasallarte con una idea tras otra. Si tuviese que elegir un adjetivo, sería "enérgico", y creo que eso es absolutamente clave para que un shounen apetezca.


Yuzuki-san Chi no Yonkyoudai.

Siempre que sale un shoujo digo que "no se adapta demasiado shoujo al anime". Que sea una frase hasta cierto punto recurrente en mi vida a lo mejor significa que nos llega más del que me pienso (esta temporada hay, como mínimo, un par), y no sé si esta sensación nace de que no les hacemos el caso que merecen o simplemente de que todos los que recibimos son demasiado blandos como para recordarlos. Por supuesto, toca seguir adentrándose en las ignominiosas profundidades del manga para quinceañeras, y debo reconocer que lo primero que pienso cuando me expongo al estreno de Yuzuki-san Chi es en buen oficio.

La desestructurada pero funcional y adorable familia de cuatro hermanos huérfanos es el típico concepto con el que es fácil llegar a todo el mundo si sabes afrontarlo con empatía. ¡Y la serie lo hace! No me refiero sólo a que evada la improcedente y lamentablemente común pornografía emocional, sino que sabe construir una variedad de dinámicas dentro del grupo familiar que hablan bien de la capacidad de la autora para ponerse en los zapatos de sus propios personajes. Incluso el acabado es bastante mejor del que esperarías: sin ser un prodigio del medio, sí que mantiene los modelos de personaje en su sitio y tiene mano a la hora de trabajar el ritmo interno de las escenas.

Y, sin embargo, al término del capítulo siento que me debería haber gustado más de lo que ha hecho en realidad. Efectivamente, es un producto bien construido, pero esa palabra (¡"producto"!) se me viene más a la cabeza de lo que desearía con cualquier serie de estas características. Hay algo en cómo los personajes se comportan de manera completamente transparente, en la propia premisa tan evidentemente cuqui, que me hace sentir como si el propio capítulo no esperase absolutamente nada de mí y se limitase a lanzarme la versión más sosa de todas sus buenas ideas. Porque, total, no voy a saber pillar los dobles sentidos ni macerar el texto por mi cuenta. Siento que si siguiese viendo Yuzuki-san Chi, absolutamente nada en mi vida cambiaría. Es algo un poco duro que decir para una serie tan apañada, cuando siempre que puedo hago por subrayar el lado positivo de anime mucho peores, pero no puedo evitar sentirlo. Quién sabe, quizás necesite dejar que desarrolle para entender mejor sus matices. O a lo mejor no los necesita tanto como me pienso. Pero, ahora mismo, ni me va ni me viene.


Under Ninja

Kengo Hanazawa no es un autor con el que me haya puesto nunca en serio, pero, te guste más o menos su sentido de la vulgaridad, un par de minutos de Under Ninja son suficiente para darte cuenta de que esto lo ha hecho alguien con años de experiencia: necesitas tener las cosas claras y mucho trabajo a tus espaldas para apostar por una propuesta tan sórdida con esta determinación. Y es que, ¿de qué va exactamente esta cosa?

Por diversos motivos, después de la Segunda Guerra Mundial nació una organización de ninja contemporáneos que se ha infiltrado con sus más de 200.000 miembros en todas las instituciones públicas del país, controla a los ciudadanos y participa en conflictos de oriente medio como parte de operaciones secretas, partiendo a gente a katanazos y dejando una grulla de origami como firma. Nuestro protagonista es uno de estos ninja, un chaval de 17 años que aparenta 35, vive a solas en el dormitorio más precario que has visto en tu vida (con dueña alcohólica perdida de regalo) y su hobby consiste entre clavar palillos de dientes al techo soplando a través de una pajita.

Por si no ha quedado claro (que me parecería normal, teniendo en cuenta lo mucho que a la serie se la sudan tus derechos como espectador), estoy refiriéndome a una comedia. Pero no una en la que los personajes griten para indicarte que ahora es cuando te tienes que reír, o donde el humor nazca de algo remotamente parecido a un chiste. Es un cúmulo de personajes inexpresivos y desapego existencial (Bresson estaría orgulloso), atmósfera aderezada con referencias a manga viejo y habituales comentarios sobre pedos y pollas. Es lo que pasaría si Samurai Flamenco se molestase en tener el peor gusto posible en todo momento. Aunque claro, a esa serie el cerebro le pesa 80 kilos. No sé si será el caso con Under Ninja. Desde luego, el arranque no me ha enamorado, pero es el caso opuesto al de Yuzuki-san Chi: una serie un poco rota pero con una personalidad lo suficientemente intensa, para bien o para mal, como para que me den ganas de contarle a mis amigos que he estado viendo un estreno muy raro.


Bullbuster

A veces me preocupa dar excesivo asco con mis elecciones de temporada. Lo siento muchísimo: es completamente cierto que no me iba a morir por abandonar las pretensiones y elegir alguna comedia romántica de vez en cuando. Pero también es verdad que luego pienso en que el pequeño puñado de personas que me leen, todas igual de gilipollas que yo o incluso más, y se me pasa. Así que vamos a comentar la serie de kaijuu que tarda medio capítulo en sacar a pasear la Gainax Pose.

La idea de acercarse al género mecha de la manera más mundana y árida posible no es para nada nueva. Robotics;Notes es de 2012 (su novela también) y seguro que existe algún anime o juego mucho anterior que ya maneja el concepto en estos términos. Que, por cierto, no he visto Robotics;Notes, pero bueno, voy a fiarme de lo que dijeron sus propios creadores. Es cierto, sin embargo, que si el mecha de por sí ha dejado de ser habitual, esta aproximación es aún muy rara de ver. La nueva obra de NUT sabe que carga con toda la responsabilidad de que el minúsculo nicho al que se dirige pueda alimentarse hasta la próxima vez que los planetas se alineen, y centra todos sus esfuerzos en una sola cosa.

Es el tipo de obra dispuesta a dejar sin responder preguntas sobre la coherencia general de su mundo con tal de aprovechar al máximo las pequeñas ideas y espacios que sí pone en primer plano. Su público está dispuesto a forzar la suspensión de incredulidad con tal de recibir lo que quiere: el camino que ha seguido el mundo hasta llegar a la fabricación de mechas bípedos para controlar plagas de kaijuu no es una cuestión tan importante como la extrapolación de problemáticas cotidianos a situaciones típicas del kaijuu eiga de la manera más orgánica posible, como que una fotocopiadora disfuncional detenga la salida del mecha por rollos burocráticos.

Bullbuster puede no ser una serie absolutamente redonda, pero tiene el corazón en un lugar que necesariamente voy a aplaudir si no hay más series con el valor de explorar estos parajes. Es para un público muy específico, y creo que, si formas parte de él, sólo has necesitado leer el título de la serie para convencerte de darle un tiento.


Kusuriya no Hitorigoto

La historia de Maomao es una serie muy difícil de producir. Como con todos los dramas de época, hay muchísimo trabajo de investigación en lo referente a los colores del vestuario, los materiales de los edificios y un largo etcétera de elementos. ¡Encima en un país ficticio modelado en base a la antigua China! Te puedes morir dibujando eso. El resultado final sabe defenderse, y se agradece la promesa de los 24 episodios porque, al menos la adaptación a manga que leí, se cocina a fuego lento y cierta contundencia en la duración le hará mucho bien a la reputación del anime. No obstante, haría falta un equipo absolutamente imparable para conseguir que refulja a máxima intensidad. Existen fallos relativamente frecuentes que se han arrastrado desde la fase de layout. No tiene sentido negar su existencia. Primero, porque se pueden señalar objetivamente. Y, segundo, porque incluso si la calidad bajase, siempre y cuando la historia pueda llegar al espectador, la serie seguirá mereciendo la pena.

The Apothecary Diaries, por su título internacional, es fabulosa desde su misma concepción. Enfocar la intriga palaciega desde el punto de vista de una apotecaria (y una extremadamente carismática) es una premisa interesantísima, y no hay cosa que satisfaga más a mi Enciclopedia interior que una serie plagada de información sobre usos y efectos de plantas en polvo. Igual me están desinformando acerca de las cualidades venenosas del maquillaje hecho con semillas de rododendro, pero mientras Wikipedia apoye lo que nos comenta Natsu Hyuuga (imagino que toda una friki del tema, porque si no ya me dirás qué motiva a una persona a escribir esto), me voy a fiar.

Es cierto que no puedo evitar recomendar la versión a papel de la historia por su inapelable dibujo frente a la aceptable pero modesta interpretación animada. No obstante, entendiendo que en ciertos contextos puede venir mejor disponer del formato audiovisual, no lo veo para nada como una mala alternativa. Convertir Ascendance of a Bookworm en mi serie de móvil para el transporte público fue un acierto brutal en su día, y esa sí que estaba hecha con dos euros. Lo importante es que os unáis al culto a las pecas de Maomao. Mientras eso ocurra, todo estará bien.


Y con esto completo mi cupo autoimpuesto de 10 series por temporada... ¡y también acabamos las primeras impresiones hasta el 2024! Ha sido un año en el que con mis idas y venidas vitales he seguido la actualidad un poquito menos que de costumbre. Tampoco ha sido el mejor año para el anime, pero mira, aunque sea por Heavenly Delusion y Tsurune yo diría que merece la pena seguir con vida.

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Buah pues estuve anoche viendo en cines la reexposición de The Exorcist (1973). La puta mejor película de todos los tiempos, ¿no?

Me gustaría publicar con más frecuencia en el blog, incluso si eso implica apuntar a temas más humildes y a artículos más cortitos. Que al final me vengo arriba y dejo a medio escribir posts súper ambiciosos que, digo yo, algún día verán la luz del día.

De momento, no me estreso. Que hago esto por diversión.


Palabras clave: Yuki Yase, Shounen Jump, Yoshifumi Tozuka, Gakuto Haishima, David Production, The Yuzuki Family's Four Sons, Fujisawa Shizuki, Hongou Mitsuru, Shuka, Kuwabara Satoshi, Oochi Keichirou, Tezuka Productions, Hiroyasu Aoki, Kubonouchi Eisaku, Hiroyuki Nakao, Los diarios de la botecaria, Natsu Hyuga, Naganuma Norihiro, Shino Touko, OLM, TOHO animation STUDIO

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