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Primeras impresiones de OTOÑO 2023 - [Parte 1]

Tras el caos que fue la temporada de verano con mi viaje a Japón y demás, vamos a intentar, con calma, recuperar el ritmo de publicación. Empezamos con estas primeras impresiones de otoño 2023, que espero que lleguen justo a tiempo en este par de semanas donde la gente termina de decidir qué le merece la pena seguir. Así que nada, ¿qué tal si empezamos por la serie que está en boca de todo el mundo?


Sousou no Frieren

En 2019 me dio por estudiar la realidad del manga que salía y compararlo con los rasgos de aquellos que lograban popularizarse en la comunidad occidental. Es por ello que leía cualquier estreno que se tradujese al inglés, y eso incluyó el primer capítulo de Sousou no Frieren. La propuesta me fascinó, con su reflexión calmada sobre la trascendencia: ¿qué hay más allá del final de un proceso? La seguí durante cosa de medio año, período tras el cual, y en vistas de su creciente popularidad, terminé por dejarla en pausa hasta que terminase. La respuesta que parecía estar ofreciendo a su pregunta inicial era la que todos hemos experimentado en nuestro día a día: otro proceso. Por supuesto, la serie lo matiza muchísimo, pero tras el gancho inicial me di cuenta de que para desarrollarse, la obra iba a tener que crecer más allá de su premisa, y quise esperar antes de acompañar a Frieren en su nueva aventura.

Años después, llega su adaptación al anime con una producción magnánima. Más allá de que sea un poco tiquismiquis para los fondos de fantasía, la consistencia de los dibujos y la calidad de la posproducción es perfecta. Los primeros 18 minutos son en sí mismos un estupendo corto, una idea ganadora que te pone en el mood de estar a punto de ver un seriote. Y, efectivamente, es un seriote. Si acaso, uno demasiado imponente para su propio beneficio: a ratos me gustaría que bajase (¡sólo un poco!) el volumen a la banda sonora y me dejase regocijarme en sus momentos más íntimos. Pero es querer hilar muy fino, y sobre todo, pedirle injustamente al anime que se adapte a mis fetiches más específicos.

Me encanta la historia, y me encanta verla en movimiento. Puede sonar excesivamente autista, pero me identifico bastante con Frieren. Siento que la gente a mi alrededor maneja las relaciones con una velocidad e intensidad cuyo ritmo ni puedo ni quiero seguir. Hay momentos en los que me he sentido insensible, narcisista o antisocial por esto mismo. Por suerte, decenas de personas en mi vida parecen haber entendido esto sin que se lo explique, en etapas en las que ni siquiera yo lo comprendía, y han tenido la paciencia y buena fe de mantenerse lo suficientemente cerca como para que, con el tiempo, me haya colocado a su altura. Nuestra querida elfa casi inmortal también está rodeada de gente así, aunque no sé cuán claro lo tiene. Habrá que seguir observando y pensando cuando los capítulos se sucedan.


SHY

Ha pasado un tiempo desde que Masaomi Andou no hacía de las suyas como director general en una serie, y ponerle al frente de un manga de superhéroes relativamente popular suena como una buena idea incluso fuera de su acostumbrada Lerche. Creo que entiendo Shy un poquito mejor que cuando leí sus primeros capítulos allende 2019. Haciendo de mentora, Unilord le dice a la protagonista:

"Incluso habiéndose librado el planeta de la guerra, existe un lugar oscuro en el corazón de todas las personas que nadie quiere enseñar. [...] El deber de un héroe es convertirse en un faro de esperanza para las personas y proteger el alma del mundo"

Evidentemente, y por desgracia, nuestra realidad no está libre de conflicto armado, pero Japón tiene la convicción absoluta (y las estadísticas lo reespaldan) de que su país es uno de los lugares menos peligrosos de la Tierra"Incluso sin héroes, por aquí no hay más que paz", comentan unos chavales de nombre desconocido a mitad de episodio. Y, sin embargo, también tienen una de las tasas de suicidio más altas del mundo. La salud mental es un problema social grave, así que tiene sentido que una serie de superhéroes nipona de nueva década tenga como protagonista a una chica de 14 años con ansiedad crónica cuya misión sea sanar el alma de una sociedad primermundista y ultracapitalista.

El primer episodio arroja todos los temas que puedes esperar en una serie del género: la incapacidad de un héroe para salvar a todo el mundo, la gestión emocional de una responsabilidad que no puedes eludir o el sentimiento de culpa al definir tu radio de acción máximo a la hora de ayudar a los demás. Queda pendiente descubrir cuánto contará con factores como la realidad económica de los personajes (¿Iko ha dejado su anterior instituto privado porque la sanidad japonesa le ha succionado el dinero a su familia tras el accidente?), o si se centrará más en desarrollar una trama de acción. En siendo Andou un director lo bastante característico, las ideas visuales del manga lo suficientemente reconocibles y la calidad de la animación aceptable, lo interesante que me parezca Shy dependerá, casi seguro, de la sensibilidad que tenga su autor original a la hora de perfilar los personajes.


KamiErabi

Volver a un battle royale a lo Mirai Nikki en pleno 2023 puede sonar algo pasado de moda, pero voy a tirarme un triple y decir que con este primer episodio veo un nada desdeñable número de hilos de los que tirar si queremos buscarle profundidad a este polémico amasijo de conceptos. Sabemos que el protagonista toma antidepresivos y parece que su madre tiene la mala costumbre de invertir en bolsa, pero se nos ha presentado de una manera sorprendentemente natural. Las decisiones que va tomando a medida que avanza el capítulo denotan que sus prioridades nacen de un toma y daca relativamente complejo entre su código moral y sus miedos: no tiene la autoestima de manifestar su propia iniciativa frente a los demás, prefiere el camino de la sumisión a tener que ejercer violencia de cualquier tipo, con la línea roja de cualquier cosa que ponga en peligro su existencia, y presupone que la gente es igual de pasiva que él. Y, sin embargo, está dispuesto a destrozar su vida y el de la gente que lo rodea con tal de mantener su conciencia tranquila.

Sé que estoy limitándome a describir cosas que pasan en el episodio, que en sí mismo no da garantías de que la serie vaya a desarrollar nada de manera interesante. Pero siento que hay mucha intención en todo lo que ocurre en cada escena. Yoko Taro no es el tipo de creador cuya carrera es una sucesión de obras maestras impolutas (más bien lo contrario, y doy gracias por ello), pero me sorprendería que se hubiese salido de su camino y se hubiese juntado con nombres tan llamativos como Atsushi Ookubo o Jin para producir una serie si no tuviese una sola idea interesantePor supuesto, hay momentos en los que se alcanzan cotas de estupidez bastante extremas. Está en ciertos diálogos un poco bochornosos o en algunas conveniencias demasiado absurdas como para mantener la suspensión de incredulidad. Pero, puede que por costumbre, nostalgia, fe o qué se yo, me resulta fácil dejarlo de lado mientras siga proponiéndome ideas descabelladas que, efectivamente, parecen más sacadas de un juego japonés raro que de una serie de televisión.


Boukensha ni Naritai to Miyako ni Deteitta Musume ga S Rank ni Natteta

El mercado de la animación está saturado por una forma concreta de enfocar las novelas ligeras de fantasía. Con variaciones aquí y allá, pero siempre la misma. Es por ello que una historia absolutamente inofensiva, cuya única pretensión es plasmar el calor de las relaciones paternofiliales y de la familia encontrada, se puede llegar a sentir refrescante. De eso va S-Rank Musume: de una joven aventurera extremadamente habilidosa que lucha junto a sus dos compañeras de party para que le den una semanita de vacaciones y pueda volverse a la granja de su padre, que lleva mucho tiempo sin verle.

Sus fondos tienen el corazón en el lugar correcto, con su línea negra aportando a la estética de fantasía. No hay un solo elemento turbio en todo el primer capítulo, y resulta difícil ponerse a malas con la serie... pero hay una inevitable atmósfera en todo lo que hace de que... no es suficiente. El chiste recurrente no puede durar ni dos episodios antes de quemarse: noto una alarmante falta de ideas que muestren un mundo con la bastante textura como para construir un desarrollo interesante. La animación es más que limitada y el lenguaje visual con el que trabaja resulta, en el mejor de los casos, descriptivo. Si la premisa te parece lo bastante adorable como para darle un intento, es un anime que no hace daño a nadie. Pero le falta cocción por todos lados para aspirar a volverse memorable.


Shangri-La Frontier

Anime sobre videojuegos lleva habiendo décadas, pero es cierto que en los últimos años la temática ha estado casi exclusivamente relegada a adaptaciones de novelas ligeras. Digo más: los mundos de fantasía isekai con mecánicas de JRPG parecen haber absorbido a las series verdaderamente ambientadas en videojuegos. Es por ello que tiene sentido que un manga protagonizado por un hombre-pollo jugando a un MMO llame más la atención de lo que cabría esperar.

Shangri-La Frontier se queda a medias en el camino para convertirse en mi serie de videojuegos ideal. Por un lado, tenemos pinceladas muy interesantes de cómo la mentalidad de un jugador y la comunidad gaming en general pueden funcionar. Las normas que se autoimpone el protagonista al jugar, sus pequeñas manías o el mero hecho de que exista un culto dedicado a los crap games son conceptos bastante chulos. Dedica tiempo a darle textura a su mundo, con detalles como la kinestesia siendo particularmente importante en la realidad inmersiva, y teniendo los jugadores que aprender nuevas formas de sentir y mover su cuerpo cuando el diseño del juego no es lo suficientemente fino. De hecho, dedica demasiado tiempo a este tipo de exposición: el primer capítulo emplea casi toda su mitad B a mostrar en detalle como el protagonista va subiendo de nivel y looteando en los primeros pasos de su playthrough. Es casi pornográfico, y sin ser algo inherentemente negativo o que condene a la serie al fracaso, sí que deja entrever la esquinita de un redflag. En pocas palabras, me da miedo que sea una serie para fans de Cookie Clicker. Además, no termino de entender el papel que los crap games juegan en toda esta narrativa. Me gustaba mucho la idea, es el tipo de cosa súper específica que sólo se le ocurriría a un flipado del medio... ¿pero resulta que en realidad la serie va de jugar en un MMO normal de manera completamente no irónica?

Supongo que tendré que esperar para descubrirlo. Y bueno, si toda esta chapa suena como exactamente lo que te gusta, hay que reconocer que la serie está bastante mimada. Los layouts son ambiciosos, con resultados generalmente potentes, frecuentes dibujazos y buen clean-up. De hecho, y sin querer pasarme con el cinismo, no apostaría a que puedan mantener el ritmo durante el doble cour que tienen por delante. No me despierta tantas pasiones como desearía, pero está gustando mucho en su nicho y creo que entiendo el motivo.


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Palabras clave: Beyond Journey's End, Más allá del final del viaje, Keiichirou Saitou, Kanehito Yamada, Tsukasa Abe, Tomohiro Suzuki, Madhouse, 8-bit, Bukimi Miki, Yasuhiro Nakanishi, GOD.app, GODapp, Hiroyuki Seshita, Jin, UNEND, My Daughter Grew Up to "Rank S" Adventurer, Mojikakiya, Toi8, Toihachi, Murata Naoki, Mori Takeshi, Momose Yuuichirou, Ryousuke Fuji, Katarina, Toshiyuki Kubooka, Kazuyuki Fudeyasu, C2C, ShanFro

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