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Mis LARGOMETRAJES FAVORITOS de 2022

¡Se acabó el año! Y, por supuesto, la sociedad del espectáculo me reclama y obliga a hacer retrospectiva sobre lo que he visto para recomendar lo mejor de lo mejor a gente con más vida social que yo.

Aunque me he metido entre pecho y espalda más de 50 películas para hacer esta lista, no me pagan por ver pelis ni por hablar de ellas (si alguien quiere cambiarlo con un correo indecente, no me quejaría), así que tengo mis límites. Algunas como Close o RMN se han tenido que quedar en el tintero. Y otras tantas, como Saint Omer o Return to Seoul ni siquiera han estado disponibles fuera de festivales a los que no he podido asistir.

Igualmente, es una lista donde cada uno de los 20 títulos merece estar aquí, y fuera de la cual se han quedado algunas obras muy interesantes como The Triangle of Sadness, The Novelist's Film o Broker.

Así que vamos a hacer una cosa: hablo de carrerilla, sin orden, de 17 recomendaciones fantásticas que hemos podido ver este 2022. Y después, revelo las que, si me obligasen a elegir, serían mis tres favoritas. Para la gente que no tenga tiempo y le interese mi opinión sobre cómo ir al grano.


Alcarràs (Carla Simón)

No quiero extenderme en exceso con Alcarràs porque ya hablé un poco de ella cuando la vi en el cine hace meses, y no la he revisitado desde entonces para tomar apuntes. Tampoco creo que, como urbanita, sea la persona idónea para hablar de los matices de la obra de Carla Simón.

Sí puedo decir, no obstante, que se trata de un ejercicio soberbio de realismo formal. No es la primera vez una película nos sumerge en su mundo a través de una cámara en mano e iluminación natural, ni será la última... pero pocas lo hacen con tantísima eficacia.

Ninguno de los actores ha tenido formación dramática, y se ha exprimido únicamente lo mejor de ellos, de una manera casi milagrosa. Todos son vecinos de las Terres de Ponent, y todos deben haber aportado detallitos al mundo de la película que escapan a mi comprensión. Muy, muy potente, casi como una Pather Panchali española. No es poca cosa la comparación que acabo de hacer.


Armageddon Time (James Grey)

Resulta curioso que en un año en el que Steven Spielberg presenta la más que notable The Fabelmans, salga otra retrospectiva casi autobiográfica sobre una familia judía estadounidense aún más impactante. 

Armageddon Time habla un lenguaje muy tradicional y bastante simple de planos equilibrados y paletas análogas, pero lo emplea para representar una Queens ochentera que es todo lo contrario: compleja, gris e injusta. La película hace todo bien, no deja títere con cabeza y cuando termina te sientes un poquito menos ignorante.

Cuesta explicar qué la sitúa por encima del resto de dramas sociales sobre Estados Unidos siendo un lugar horrible que salen año tras año. Puede que, esta vez, sea simple y llanamente una cuestión de calidad.


As Bestas (Rodrigo Sorogoyen)

2022 ha sido un año excelente para el cine español. Y, aún así, la nueva obra de Sorogoyen logra sobresalir entre todas las demás.

A nadie le sorprenderá a estas alturas el gusto del director por los thrillers a fuego lento, pero puede que As Bestas sea su apuesta de ritmo más radical. Los 137 minutos de metraje (cada uno de ellos necesario) se hacen largos porque no hay un instante de relajación, pero las explosiones de violencia son escasísimas. Es un trabajo de guion y de montaje espectacular, y una de las experiencias más inmersivas que he tenido en las salas este año.

Como de costumbre, Sorogoyen elige cuidadosamente su setting para meterse en los fregados políticos que le da la gana. Y, francamente, este señor no sabe hacer otra cosa que estar basado. Solo puedo esperar que siga ganando premios para que nada se interponga en su camino, para que continúe haciendo historia en el cine español.

 

Decision to Leave (Park Chan-Wook)

Junto a lo nuevo de Masaaki Yuasa, puede que Decision to Leave fuese lo que más esperaba este 2022. Entendible, si tienes en cuenta que Park Chan-Wook llevaba sin sacar un largometraje desde The Handmaiden y que su nueva obra trata sobre la turbulenta relación entre un detective y la sospechosa principal de un caso.

Narre un proceso deductivo o construya una relación de codependencia, el abanico de recursos que demuestra manejar el director es de una amplitud y madurez que pone los dientes largos a cualquiera. Salta entre espacios abstractos y reales como quien no quiere la cosa y sabe conservar la elegancia sin renunciar a la flexibilidad tonal.

En general, y sin reinventar el género, es el mejor thriller coreano desde Parásitos. Si eso no es motivo suficiente para verla (siendo Corea del Sur uno de los países que más repiten en cualquier lista de fin de año), no sé qué lo será.


EO (Jerzy Skolimowski)

La última en unirse a la lista, pero también la experiencia más extracorporea que he tenido en un cine en todo el año. Es como si Skolimowski le hubiese pedido a Alejandro Jodorowsky que reescribiese War Horse y después seleccionado a 10 directores aleatorios para sus fragmentos favoritos. De alguna forma, esta rareza que oscila entre la cámara en mano de un drama indie y planos inundados de rojo que podrían estar en una película de terror cuenta con una coherencia sorprendente.

Mirad, yo pensaba que me estaba metiendo a ver una historia sencilla sobre "la humanidad contemplada a través de los ojos inocentes de un animal". Pero después de presenciar semejante desafío a las estructuras episódicas que conozco, me dolía la cabeza como si me la hubiesen metido en un amplificador durante horas de concierto de deathcore. Y la cabeza también.

Ha sido la primera película que veo de este hijo de puta que claramente ha matado a 17 personas y no se arrepiente. Pero os garantizo que no será la última.


Everything, Everywhere, All At Once (Dan Kwan, Daniel Scheinert)

De esta también escribí cuando salió. Y es que es la película de acción más divertida que he visto en mucho tiempo.

Todas sus set pieces están basadas en la interacción con el entorno, en el absurdo, en la arbitrariedad y en la delgada línea que separa el patetismo de la espectacularidad. Es como si alguien hubiese cogido toda la filosofía que vuelve los combates de Jackie Chan interesantes y lo hubiese pasado por el filtro de la fantasía y del presupuesto.

Es tan llamativa que resulta fácil olvidarse de su cheesy pero bien apañado drama familiar, que ilustra las diferencias generacionales en las familias estadounidenses de ascendencia asiática de manera mucho más compleja que Turning Red (aquí no me queda otra que fiarme de Twitter). Así que nada, otro visionado obligatorio y muy accesible.

 

Free!: the Final Stroke - Kouhen (Eisaku Kawanami)

Han pasado 10 años desde 2013. ¡10 años! ¡Se dice pronto! Y, tras todo este tiempo, Free! ha terminado. Es el último dramita de Rin, Haru y compañía: los casi 20 personajes que esta franquicia lleva una década desarrollando están preparados para ser más homoeróticos que nunca.

Esta segunda película de the Final Stroke es más ambiciosa que la primera: más larga, más cargada de recursos visuales y emulando más estilos ajenos a la serie. Son señas de identidad de Kyoto Animation, un estudio cuyo incendio supuso una herida permanente en la historia de la animación, pero que sigue empeñado en dejar claro que la rehabilitación continúa su curso y que nada los va a borrar del mapa.

Puede que no llegue a los niveles de una película de Violet Evergarden, pero lo que logra es más que suficiente para darle un cierre contundente y merecido al anime de chicos guapos más icónico de la década pasada. Todo irá llegando.


Guillermo del Toro's Pinocchio (Guillermo del Toro, Mark Gustafson)

Este año hemos tenido, que yo sepa, tres encarnaciones de Pinocchio. Y no voy a hablar de las otras... porque no las he visto. Y tampoco me interesan demasiado. ¿Pero esta? Esta sí que me interesa.

Guillermo del Toro es un friki, y como tal, ha filmado una película más parecida en espíritu y estructura a la Edad Dorada de Disney que a cualquier cinta de animación contemporánea. Le preocupa maravillarte con el espectáculo de sus pequeños momentos por encima de engancharte con un giro cada cinco minutos y tiene la suficiente confianza en sí misma como para tomar los desvíos que crea convenientes si considera que hay algo interesante que ver o ponerse turbia cuando toca.

Aunque, por supuesto y por encima de todo, es el mayor exceso técnico que he contemplado este año. El stop-motion es una técnica absurdamente difícil de por sí, en la que es extremadamente complicado corregir errores. Si quieres retocar algo necesitas dedicar un día o más para rehacer el plano entero. Pero esta Pinocchio lleva la técnica al límite, con planos larguísimos que contienen movimientos de cámara súper ambiciosos y decenas de personajes... y ni una sola anticipación tiene nada que envidiar al mejor 3D.

No creo que sea opcional. Es la Pinocchio que debía nacer, antes o después. Y hay que verla.


Inu-Oh (Masaaki Yuasa)

La esperada nueva película de Masaaki Yuasa que cómicamente casi sirve de secuela a la Heike Monogatari  de Yamada está más limitada que otras obras del autor, pero también es más salvaje que ninguna otra en mucho tiempo. Es un musical ambicioso, que viene a hibridar la estética glam rock con el periodo Kamakura. Y, por muy complicado que parezca, logra cohesionar estos mundos a la perfección.

Se siente como exactamente lo que necesita el anime. Una obra profundamente artística, alejada de ser cualquier extensión de una franquicia popular o imitadora de algún autor famoso. Es única, inimitable y arriesgada. Puede que el ritmo esté algo desperdigado y que para sobrevivir a las complicadas representaciones musicales se haya abusado de animación reciclada en el ecuador de la película. Pero merece completamente la pena cuando observas el resultado en su conjunto.

Ah, y es extremadamente queer. Avu-chan, te quiero.


Nope (Jordan Peele)

Nope es una película con piezas relativamente convencionales pero muy atípica en la manera de ordenar sus elementos. Es por ello que no quiero hablar de más, porque me parece una de las propuestas más originales que ha logrado hacerse con un presupuesto de 68 millones de dólares en mucho tiempo.

Aúna la crítica al maltrato animal con un discurso sobre la imagen en los medios de una manera extraña y hasta pesimista, sacándose algunos conceptos retorcidamente brillantes cuando menos te lo esperas.

David Ehrlich la describió como "La única película de ciencia ficción capaz de asustar y deleitar a Guy Debord y a Ed Wood al mismo nivel". Y me parece una frase perfecta.


RRR (Koduri Srisaila Sri Rajamouli)

Si has visto antes algo de Bollywood o Tollywood, sabes qué es RRR. Lo que quizás no te imaginas es el nivel al que lo es.

El espectáculo que en Hollywood no se atreven a hacer, el nuevo proyecto de Rajamouli, quien ha vuelto a romper récords de presupuesto y taquilla en la India tras su anterior entrega de Baahubali (que sigue siendo la película más taquillera en India de la historia). Una reinterpretación de la historia de los líderes revolucionarios Alluri Sitarama Raju y Komaram Bheem en clave mitológica, inspirándose en los poemas épicos escritos en sánscrito de Mahabharata y Ramayana y fusionándolos con todos los géneros narrativos que se te ocurran. Primero una épica seria de acción, luego un drama, más tarde una comedia romántica, de pronto un musical y vuelta a la película de aventuras...

Es un no parar que te llena de felicidad con su concepto de entretenimiento, completamente libre y excesivo, y que apela a la emotividad más básica del espectador con la lucha revolucionaria de los protagonistas y su nada homoerótico bromance. Entre una cosa y otra, la he visto como tres veces. Y me parecen pocas.


Shin Ultraman (Shinji Higuchi)

Nada me podía preparar para que los primeros segundos de Shin Ultraman me revelasen que su condición de secuela para Shin Godzilla no es solo espiritual, sino que efectivamente suceden en el mismo universo y hay personajes que repiten. Gracias por tanto, Japón.

La nueva obra firmada por Higuchi y Anno conserva el estilo de dirección que caracterizaba a la película de 2016, con encuadres locos en todas las situaciones y empleo de símbolos que no han cambiado nada desde Evangelion: a tope con las torres de telecomunicación y las centrales eléctricas.

No obstante, puede estar incluso más entregada a su propuesta que la anterior. Donde Shin Godzilla buscaba reinterpretar al monstruo para hablar sobre lo disfuncional de la burocracia nipona, Shin Ultraman es, ni más ni menos, que un autocomplaciente homenaje al tokusatsu de la era Shouwa.

Desde la estructura de la película (4 capítulos de 30 minutos) hasta el material de plasticucho barato configurado para el personaje principal, no hay un solo fotograma que no se vea como se tiene que ver. Que no es ni mal, ni deliberadamente mal. Es increíblemente bien.

A fin de año es fácil llenarse la boca con cine muy serie hecho por gente muy triste para personas muy deprimidas. Y adoro ese tipo de cine. Pero que haya alguien haciendo algo tan de nicho con tantísima pasión... joder, es que eso no tiene precio.


TÁR (Todd Field)

Me pilló de sorpresa, pero TÁR es una película grande, muy grande, profunda como un lago sin fondo. O, como poco, más que la metáfora de mierda que acabo de hacer. Que no ha sido nada profunda.

La historia de la directora de orquesta ficticia Lydia Tár está narrada con muchísimo más cuidado del que parece a simple vista. Sabe exactamente qué mostrar y qué no para que nunca tengas del todo claro si la protagonista es hasta cierto punto una víctima o una hija de puta de cuidado. Es uno de los casos más orgánicos de narrador no fiable que he visto en un tiempo. Te sientes vulnerable, porque tras presentarse como un estudio de personaje, empiezas a perderte detalles de lo que está pasando. Si la película te ofrece un solo focalizer al que agarrarte y este te miente, ¿de qué más te puedes fiar?

La mayor parte del debate sobre la película ha girado entorno a la cultura de la cancelación, y creo que Todd Field tiene cosas mucho más interesantes que decir sobre ella que Chiaki Konaka (¡ja, te habías olvidado!), o quizás lo siento así porque con TÁR sí estoy bastante de acuerdo. Aunque prefiero no profundizar en esto, pues aún no ha salido en cines españoles y la gente se me enfada con los spoilers.

Todas estas ideas se desarrollan mediante conceptos de composición y fotografía simples (busca la profundidad, el encuadre interno y desaturar los colores), pero llevados a un extremo más expresivo y contundente con cada minuto que pasa.

Ah, y no suelo fijarme mucho en esto, pero tremendo carrito se marca Cate Blanchett.


The Banshees of Inisherin (Martin McDonagh)

El thriller irlandés que tanto revuelo está causando habla sobre la gestión productiva del tiempo opuesta a compartir amor de la manera más sana posible. Un tema que, sinceramente, resulta bastante importante en mi día a día. No confirmo ni desmiento que esté aquí por eso.

Sabe crecer poco a poco en intensidad, y es una de estas obras en las que no falta ni sobra de nada, pero que sabe ser redondita sin resultar artificial. Accesible y sumamente buena. Y lo más importante: terminan todas las frases con "like" y "so".

Vale, eso ha sido bastante ofensivo. ¡Pero que aprendan a habl-!


The Northman (Robert Eggers)

Eggers parece el tipo de persona que se encerraría en los viejos archivos de una biblioteca durante un año entero solo para ser fiel a las historias que los marineros ingleses contaban en el siglo XIX. Su cine siempre se ha caracterizado por una comprensión profundísima del folclore y sus implicaciones. The Northman es un nuevo despliegue de habilidad, logrando la representación más impresionante de la era vikinga que he visto.

Es una película extremadamente coherente desde el punto de vista estético. Su rigor no es solo histórico, sino que logra recontextualizar la estructura de Hamlet con los temas y símbolos de la mitología nórdica. Cuanto más nos sumergimos en la trama, más importancia cobra el elemento sobrenatural. Y, para cuando sales del trance, sientes que no has presenciado una historia, sino una leyenda.


Wendell and Wild (Henry Selick)

Henry Selick es famoso por no ser famoso por dirigir Nightmare Before Christmas y Coraline. Después de 13 años, regresa al largo con una película que se queda un poco a dos aguas entre ser una película de animación convencional y algo más rompedor y de autor. Esta fricción puede echar para atrás a más de una persona, pero cuando entras en su dinámica, la obra sabe recompensar con toneladas de originalidad.

Sí: la introducción es muy larga y el tono está un poco roto hasta que te acostumbras a su sentido del humor, a su lenguaje. Sus muchas tramas construyen un entramado bastante caótico, pero todos estos elementos se juntan para dar lugar a algo que, en resumidas cuentas, "cae muy bien".

Hay ideas, mejor o peor ejecutadas, pero todas ellas divertidas. La fricción de la que hablaba puede que en realidad sea la clave de lo que necesitamos en el mundo de la animación: obras que no sean ni un producto blando para familias, ni una propuesta obviamente artística y poco accesible. Por tener, tiene hasta la única representación trans de la lista. Para que luego digan que hay exceso de agenda política en el cine...


Yuru Camp Movie (Yoshiaki Kyougoku)

La película de Yuru Camp es una de esas películas de anime basadas en una franquicia que se hacen con pocos recursos y se ven como la serie, pero es una perfectamente apañada, con su propio concepto para justificar su existencia y que golpea con una satisfacción francamente sorprendente.

Es una muy pensada adaptación de los temas de la serie original al mundo adulto de las protagonistas. Las responsabilidades han separado un poco los caminos de los personajes, pero esto no es un drama, sino que poniendo interés pueden seguir viéndose e incluso empezar nuevos proyectos que antes estaban fuera de su alcance.

Las dinámicas dentro del grupo han cambiado, pero también lo ha hecho la relación de las chicas con el camping. Ahora pueden comprarse más o menos todo el equipamiento que quieran, pero para algunas, la actividad ya no es solo un descanso sino una posibilidad de trabajo o una vía para darle sentido a sus vidas.

Al final, el mensaje sigue siendo el mismo: intentar ser amable con la gente que te rodea sin dejar de cuidarte y de respetar el tiempo a solas. En ese sentido, es una secuela a todos los niveles, una que me genera incalculables cantidades de confort y felicidad. Y a veces eso es lo más importante, y lo que desearías que sienta el espectador cuando haces una cinta así. De alguna forma, siento que soy un poco mejor persona gracias a Yuru Camp.


Y ahora... ¡mis tres favoritas personales! Pero recordad que es una división nimia, por pura eficacia comunicativa, y que no las coloca necesariamente por encima del resto de la lista o incluso de muchos títulos fantásticos que se han quedado fuera.

  

Aftersun (Charlotte Wells)

Me resulta muy complicado pensar en una película de 2022 más emocionalmente compleja que Aftersun. Es una obra que entiende profundamente el concepto de imagen como herramienta narrativa, las diferentes emotividades cargadas en la realidad, el recuerdo y la grabación.

Podría obsesionarme con ella, verla todos los días y encontrar matices nuevos en cada visionado. Porque la mayor parte de lo que se narra en estas vacaciones en Turquía está en el subtexto, en las cosas que no se expresan y no en las que se dicen. Todo el rato hay un equilibrio muy jodido entre el amor y la distancia, entre el deseo y la culpa.

Sé que todo esto suena a tu nueva película indie grabada con cámara en mano que puedes ver y estará bien o que puedes ignorar y no va a pasar nada... pero quiero creer que miro el suficiente cine como para reconocer algo diferente cuando lo veo. O, en este caso, cuando lo pienso, lo comento, lo rumio. Deja poso, uno imborrable. Y, si no os fíais de mí, hacedlo de las cientos de personas que la están convirtiendo en un clásico instantáneo.

Sigue en cines. No la dejéis pasar.

 

Crimes of the Future (David Cronenberg)

Desde hace mucho tiempo me interesa la intimidad en la ficción, pero no representada como algo tradicional y romántico sino con métodos alternativos. Uno de ellos, un tanto retorcido, es el body horror, temática que Cronenberg ya empleaba en The Fly y que este mismo año Made in Abyss había llevado a un nuevo nivel. Pero ha sido Crimes of the Future la que ha alcanzado el extremo lógico del concepto.

Se trata de una de las experiencias más originales y rompedoras que he visto en mucho tiempo. Su mundo de ciencia ficción es profundamente táctil gracias sus props y decorados analógicos que ahora mismo sería imposible contemplar en una superproducción. Nunca sabes con qué nuevo concepto te va a sorprender la mente turbada pero perfectamente ordenada de Cronenberg.

A no ser que la idea de un cunnilingus estomacal os suene completamente repulsiva, siento que es un visionado imprescindible. No dejéis que os ciegue el ruido que su gore ha hecho en redes sociales. Esto es una historia de amor mucho más sensible y genuina que cualquier romance que haya visto este año.


Skinamarink (Kyle Edward Ball)

La película de terror más contundente que he visto este año, completa y absolutamente entregada a su radical concepto. Dos hermanos de 4 y 6 años se despiertan en mitad de la noche para descubrir que su padre se ha desvanecido. Está íntegramente grabada colocando la cámara en recovecos y ángulos que siempre impiden ver el rostro de los protagonistas. Toda la trama se desarrolla a través de voces que no sabes muy bien de dónde vienen, de los efectos de las acciones de los personajes y de planos subjetivos.

Cuanto más profundizas en la obra, más dispuesta parece estar a hacerte vivir una auténtica pesadilla. Es la única ocasión en la que he tenido que dejar de mirar a la pantalla viendo algo por pura sumisión a lo que tenía delante.

Solo puedo convenceros recomendando ver el tráiler. Sé que parece increíble, pero los 100 minutos de metraje son exactamente esto, de manera ininterrumpida. Algo así está condenado a polarizar por completo a su audiencia, y también a convertirse en una rareza de culto, que alguien defenderá como una de las mejores películas de la historia de aquí a pocos años. Y puede que esa persona tenga razón.

 

Y ya estaría. 20 películas.

No me gustan los cierres excesivamente largos, entre otras cosas porque si habéis llegado aquí ya os he pegado lo suficiente la chapa.

En retrospectiva, 2022 ha sido un año bastante tocho, tanto para el cine como para mi aprendizaje. Esperemos que 2023 sea más y mejor. Y ya está, esa es mi increíble conclusión.


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Llevo mucho sin poder escribir, entre otras cosas porque preparar este post ha sido muchísimo trabajo. Siempre termino viendo un buen número de películas en diciembre para intentar estar al día con el año, pero este 2022 se ha llevado la Palma desde que decidí que quería publicar algo así.

Hay un tema de fin de año más que me gustaría redactar, y en nada empieza la temporada de invierno, así que está claro que no me voy a aburrir en mi tiempo libre. Hale, me voy a trabajar, que quiero hacer muchas cosas y no me da tiempo.

Ah, sí. Feliz año y esas cosas.



Palabras clave: Alcarras, Alcarrás, The Beasts, Heojil Kyolshim, Todo a la vez en todas partes, Daniels, Inu-ou, ¡Nop!, Hideaki, El Hombre del Norte, Gekijouban, Yurukyan, Crímenes del Futuro

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