Esta es una temporada un poco especial. No por algo súper especial: simplemente hay una gran cantidad de spin-offs que me interesaría cubrir, con producciones bastante diferentes a sus predecesoras o que suponen una disrupción con lo que había hecho su franquicia hasta el momento. Es por ello que, además de los tradicionales 10 estrenos completamente nuevos, voy a añadir una de esas obras derivadas en cada una de las partes de la previa. ¿Cuáles? ¡Sorpresa, sorpresa!
Jigokuraku
Arranca la temporada con un estreno muy esperado: la adaptación de la obra más exitosa de Yuuji Kaku. Este primer episodio plantea ideas muy interesantes, como el ambiente de ensoñación que logra entre su narración in medias res y la presentación de los espacios en general. Además, trabaja sobre un manga de imaginario guapísimo, con esas flores que brotan en el cuerpo de las personas y esos demonios liderados por inmortales andróginos... pero no sé cuánto van a poder hacerlo brillar aquí. MAPPA es un estudio decidido a producir todas las IPs de la industria que pueda, lo más rápido que le sea posible. Es inevitable que Jigokuraku acabe descuidada si tienes al estudio entero preocupado por Jujutsu Kaisen, Shingeki no Kyojin, Chainsaw Man, Vinland Saga y otras tantas adaptaciones súper complicadas.
El episodio no es activamente cutre, pero tiene problemas de ritmo, transiciones y animación que se habrían solucionado con frustrante facilidad de haber lanzado la serie en la segunda mitad del año. Y, pese a ser claramente un proyecto de baja prioridad, sigue vendiéndose con la confianza que la casa quiere poder atribuirse: la de una serie prestige, como si estuviésemos ante una segunda Chainsaw Man, cuando apenas es un farol mal disimulado. El opening es muy representativo de esto: una muy buena intro, pero a cargo de un Shinpei Kamata que ha tenido que dejar de lado sus ideas personales para ceñirse a la estética definida por Shingo Yamashita en otros shounen del estudio. Me gusta bastante el manga de Jigokuraku. Es una serie de acción mucho más directa que el resto de nekketsu que suelo ver. Y el anime ni es malo ni creo que lo vaya a ser... pero la producción que lo rodea es un síntoma, más evidente que nunca, de que hay un problema gordo con MAPPA.
Skip to Loafer
No sé qué le habrá dado a P.A. Works últimamente para alternar sus características producciones originales con adaptaciones de manga, pero si mantienen este gusto a la hora de elegir, no seré yo quien se queje. Skip to Loafer es una serie costumbrista. Y ya está. Sin hermanos políticos viviendo en la casa del otro, sin que el chico guapo se comporte como un violador, sin presentarte el potencial romance como algo fuera de lo corriente... Solo gente wholesome teniendo preocupaciones adolescentes y verosímiles.
Me cuesta expresar lo mucho que agradezco una propuesta así de sencilla, algo tan habitual en el cine de imagen real pero que por algún motivo cuesta encontrar en nuestro medio. Adoro a su protagonista, sin rasgos caricaturescos pero no por ello menos carismática, y agradezco enormemente la presencia femenina en los apartados de escritura y dirección. Es una serie humilde, pero bien hecha, de dibujos corregidos y diseño de color pensado, algo plana en ocasiones pero que sabe sorprender con cortes súper volumétricos y geniales dibujos de ropa. No me molestaría que hubiese más de estas.
Mahou Shoujo Magical Destroyers
Magical Destroyers es la mejor serie sobre otaku luchando por recuperar su cultura en una Akiba postapocalíptica... afirmación que me hace pensar que igual lo del ejército de robots no es tan mala idea. El humor es un tanto burdo, con demasiados chistes que solo hacen gracia la primera vez o iteraciones de la referencia más básicas al código Konami que te puedas imaginar... pero también es una introducción que conserva suficientes cartas boca-abajo como para querer ver qué más tiene que ofrecer.
La animación es inconsistente, pero lo digo en el buen sentido: sacrifica que todos los dibujos se ajusten al modelo para mantener la expresividad y angulosidad de los personajes en todo momento, además de guardarse lo mejor que sus layouts y montaje tienen que ofrecer para las escenas importantes. Y sin sentirse recargada, con colores brillantes que se aprecian a través de su generalmente austera fotografía. Tiene el beneficio de no tomarse muy en serio y de ser un proyecto original, basado en ilustraciones de Jun Inagawa, pero aún debe demostrar que tiene lo necesario para desmarcarse de sus hermanas temáticas.
Watashi no Yuri wa Oshigoto desu!
A principios del siglo XX existió en Japón un género literario denominado "Clase S", influido por obras occidentales tan conocidas como Little Women. Eran novelas sobre mujeres teniendo relaciones extremadamente cercanas, de hermandad o amor platónico que raramente terminaban en parejas románticas y mucho menos en relaciones sexuales. Pese a que tuvo un declive durante los años 30s, el impacto mediático y cultural ha sido enorme en la sociedad japonesa. Mediático, por definir la estética del yuri tal y como lo conocemos. Cultural, por legitimar el contacto estrecho entre mujeres siempre y cuando esté limitado a la adolescencia y se entienda como una fase que abandonar una vez tengas que formar parte de la estructura social. Una situación incluso peor en muchos sentidos a la de países en los que simplemente está mal visto. Este es uno de los motivos por los que Yagate Kimi ni Naru es la hostia, porque se asegura de mostrarte que las protagonistas follan y viven juntas como adultas funcionales tras su etapa en el instituto. Y también una de las razones por las que el primer episodio de WataYuri se mete en un berenjenal enorme.
La historia transcurre en un café temático donde las camareras se comportan como en una novela de Clase S. Las relaciones platónicas que se forman y deshacen en las sesiones de teatro improvisadas entre mesas crean dinámicas interesantes desde el punto de vista narrativo, pues cada palabra que se dice tiene impacto no solo dentro sino fuera de la narrativa del café. Sin embargo, durante el análisis social es cuando la serie se pone chunga. El lugar en sí mismo es la transformación en mercancía del sufrimiento de una lesbiana que al querer salir del armario se encuentra con una sociedad que solo legitima su orientación mientras permanezca como algo platónico. Una vez planteas los códigos de un género relativo al siglo pasado, cualquier cosa diferente a revisarlo (como hace la Little Women de 2019) es un movimiento reaccionario. Y aquí es cuando confieso tener todo el manga spoileado gracias a un análisis súper meticuloso que lo describe como "Un ataque contra la cultura lésbica demasiado perfecto para haber sido articulado por una persona heterosexual".
En resumen: a la serie le parecen de puta madre las ideas de la literatura de Clase S. La protagonista deja bien claro en todo momento su heterosexualidad, cualquier personaje con un despertar homosexual se convierte en una máquina de sufrir y aquellas lesbianas que llevan al terreno erótico sus gustos no son más que criaturas entregadas al placer inmediato que destruyen todo lo que tocan. Estoy en una posición un tanto incómoda a la hora de juzgar esta serie, porque conozco los códigos con los que trabaja, pero las respuestas a sus temas las he vivido sólo en tercera persona. Y aunque el primer capítulo me ha parecido una propuesta curiosa, no puedo recomendarlo con la conciencia tranquila si alguien del colectivo se ha leído 11 volúmenes y da tan buenas razones de por qué estamos ante uno de los muchos yuri homófobos.
Tengoku Daimakyou
Una vez transcurridas las necesarias 24 horas de hiperventilación por haberme expuesto al peak fiction, puedo escribir con normalidad sobre esta maravilla. Me siento hasta mal recomendándola, porque recae en todos y cada uno de los arquetipos que me gustan hasta un nivel paródico. ¿Pareja de protagonistas con la absoluta confianza para secarse el pelo el uno al otro pero sin un ápice de tensión romántica o sexual? Check! ¿Ambientación postapocalíptica afrontada desde un prisma relajado, exceptuando muy ocasionales picos de violencia impredecible? ¡También check! La introducción presenta con mucha habilidad dos tramas completamente diferentes, creando un punto de partida perfecto para hacer malabares estructurales de los que me gustan, además de plantear muchos pequeños misterios súper esotéricos: ¿qué son las predicciones de Mimihime? ¿Y las cicatrices de Kiruko? ¿Su escena frente al espejo?
Hay muchísimas preguntas pero todas surgen de manera muy intuitiva, sin cajas misteriosas artificialmente cerradas. Es el tipo de proyecto en el que me encanta ver sumergido a I.G, con un excelente trabajo de photobasing y compo para lograr iluminaciones súper naturales que me gustaría ver más en animación. Sin mencionar unos diseños poco recargados, con formas atractivas y que nombres tan grandes como Ryo Araki, Tetsuya Takeuchi o Shingo Yamashita saben mover en todo tipo de contexto, ya estén andando, dialogando o peleándose. Por lo pronto, el mejor anime de primavera... y ya veremos si del año.
The iDOLM@STER Cinderella Girls: U149
Podría terminar esta review diciendo que estamos, indudablemente, ante la nueva serie de iDOLM@STER. El nombre viene dado por el denominador común de todos los miembros de la unidad: medir menos de 149 centímetros y tener menos de 12 años en un... cuestionable movimiento que no debería sorprender a nadie familiarizado con la industria real de las idols. La serie hace lo posible por no resultar demasiado turbia, colocando a un chavalín como productor y dándole relativo peso a los padres de la protagonista. Sigo pensando que están legitimando de manera bastante directa a una industria que explota menores, pero bueno... acallaré momentáneamente mi juicio moral para decir que técnicamente es una serie bastante notable.
Los dibujos están bien corregidos, hay algunos detalles que me encantan como una capa de highlights reservada para la luz reflejada y tenemos grandes cantidades de muy buen acting. Está mucho más potente que las últimas Love Live!. Y sin embargo... es una franquicia que se siente irrelevante a día de hoy, con BanG Dream! o D4DJ encontrando desde SANZIGEN nuevas formas de resultar expresivas, divertidas, de innovar técnicamente y (¿por qué no?) de tratar a sus personajes como algo un poquito más humano que las cápsulas de moe que tenemos ahora mismo en Cinderella Girls. Un cascarón un tanto vacío. Mirad la de 2011.
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